El 3 de
agosto de 1816 día del sacrificio de los seis mártires zipaquireños, fue declarado
desde 1916 y conforme a un Acuerdo expedido por el Concejo Municipal de aquel
entonces, “Día clásico del municipio”, desde aquella fecha y con total
regularidad a partir de los años treinta del siglo XX, las autoridades
gubernamentales, militares, las entidades académicas, cívicas y sociales y
desde luego la comunidad zipaquireña se congregan para rendir homenaje a estos
6 patriotas fusilados durante el régimen del terror por orden del pacificador
español General Pablo Morillo.
Como lo señalábamos, desde inicios del siglo XX el pueblo zipaquireño rinde homenaje a sus seis
mártires, diversas han sido las actividades que a lo largo de ya casi cien años
se han generado, siendo las más representativas, los desfiles cívicos, los
actos culturales - académicos y la
inauguración de obras para el beneficio de la comunidad, no puede haber un tres
de agosto que no contenga dichas actividades, ya que las mismas en especial las
cívicas y culturales han pasado a convertirse en tradición y me atrevería a
decir en parte de la misma historia
zipaquireña; no obstante en el presente año la pandemia que aqueja a nuestro
país se encargó de romper en gran medida dicha tradición, ya
que no será posible que el pueblo acuda y participe en los actos
conmemorativos.
Con ocasión
de lo anterior hemos querido desde el Centro de Historia de Zipaquirá, en este
204º aniversario del sacrificio de los seis mártires zipaquireños, compartir
con todos ustedes una interesante reseña de cómo se conmemoró el 3 de agosto
del año 1936, día cívico que como hoy igualmente correspondió hace 84 años al primer día de la semana – lunes – y en donde
entre otros se entregó la reconocida pintura del Libertador Simón Bolívar que
engalana el recinto del Concejo Municipal, sea este un sencillo homenaje a los
patriotas:
Agustín
Zapata
José
Luis Gómez
Juan
Nepomuceno Quiguarana
José
María Riaño Cortés
Francisco
Carate
Luis
Sarache.
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Artículo sobre Los Mártires Zipaquireños, autoría de Guillermo Quevedo Z publicado en el Boletín Municipal de agosto de 1936. |
" CÓMO SE CONMEMORÓ
EL 3 DE AGOSTO, EN ESTE
AÑO
La
conmemoración de la gloriosa efeméride del 3 de agosto, aniversario del
sacrificio de los seis mártires zipaquireños, que desde hace algunos años para
acá viene efectuándose con religiosa puntualidad, tuvo en este año singular
esplendor por la sobriedad y buen gusto del programa que en ella se desarrolló
y en cuya elaboración pusieron todo su empeño y entusiasmo patriótico las
autoridades municipales de ahora, tan celosas por todo lo que se refiera a las
palpitaciones del civismo y del espíritu público.
El
domingo 2 de los corrientes, víspera de la luctuosa recordación, comenzaron a
cumplirse desde las 2 de la tarde, los actos acordados de antemano para
solemnizarla. En efecto, a la hora expresada, las autoridades municipales
acompañadas por la banda de música de la policía y de gran cantidad de público,
se dirigieron al barrio obrero de La Esmeralda, lugar donde tuvo lugar la
bendición por el señor cura párroco de la ciudad, de dos casitas para familias
pobres, ya terminadas, de un grupo de siete que allí construye la benemérita
conferencia local de la Sociedad de San Vicente de Paúl. En aquel pronunció un
magnifico discurso el doctor Alvaro Gaitán Nieto, miembro distinguido de la
benéfica institución.
Por
la noche, a las 7, la banda municipal, dirigida por el maestro Quevedo, ejecutó
en el atrio de la Capilla de los Dolores, lugar del reposo definitivo de las
cenizas de nuestro inolvidables mártires, una belleza retreta fúnebre la cual
fue escuchada con devoto respeto por unas pocas familias de nuestra sociedad y
gran cantidad de personas del pueblo, que tanta afición ha sabido demostrar por
la buena música, que llenaban el atrio y la terraza del Zipa. Esta retreta, una
de las mejores que se han oído en Zipaquirá, se desarrolló conforme al
siguiente programa: I. Preludio del
anillo de hierro (Marqués). II.
Melodía elegíaca (La Tour). III. Miserere del Trovador (Verdi). IV
Oh tumbas! (Marcha fúnebre. Caldas).
A
las 9 p.m., y con un lleno completo, se exhibió en la pantalla del Teatro Mac
Douall el bello film de Carlos Gardel El
día que me quieras, a beneficio de nuestros hermanos en desgracia, los
damnificados de Túquerres. Este acto dejó un producto líquido de $ 219.
El
lunes 3, fue saludada la memoria de los próceres zipaquireños con los 21
cañonazos de rigor y el himno patrio, que tocó la banda que desfilaba por las
calles de la ciudad, todo lo cual se verificó al amanecer. A las 9 a.m., se
celebró en nuestro fastuoso templo parroquial, una solemne misa de réquiem por
los próceres, cantada a grande orquesta por los maestros Berincore y Ramírez.
En la nave central, enlutada con gallardetes negros, se levantaba un severo
catafalco y el cuerpo de la iglesia se hallaba colmado de fieles, comunidades y
de todos los poderes públicos, que asistieron en masa al fúnebre e
impresionante oficio religioso.
A
las 1 de la tarde, sesionó solemne y extraordinariamente el Concejo en homenaje
a los epónimos hijos de la ciudad, sacrificados hace 120 años, con asistencia
de algunas de nuestras más distinguidas damas. Una vez abierta la sesión y
suscrita por todos los ediles allí presentes fue aprobada una expresiva moción
alusiva a la conmemoración. Hubo un minuto de imponente silencio, y luego el
señor Personero pronunció el bello discurso que en otro lugar aparece, para ser
entrega del retrato del Libertador, imponderable obra del artista zipaquireño
maestro Federico Rodríguez, la cual será orgullo de esta tierra y objeto de
curiosidad para los turistas. Después de este acto, se organizó un desfile
cívico que partió hacia el parque de los Mártires, donde la policía nacional
acantonada en la ciudad, colocó una ofrenda floral en el obelisco que perpetúa
la memoria de aquellos. En seguida se encaminó el desfile a la Capilla de los
Dolores, donde las autoridades descubrieron una lápida de mármol sobre la
cripta donde reposan los restos de los mártires. Hubo salvas de fusilería, la
banda tocó el himno nacional y el doctor Manuel José Cárdenas pronunció un
vibrante y patriótico discurso, con el cual cerró con broche de oro los
significativos actos de este clásico día.
Se
anota que en este año se izó menos el tricolor nacional que en otras ocasiones,
y que las damas que en otras partes son “alma mater” de estas fiestas con pocas
excepciones, resaltaron por su ausencia. En los sucesivo, ojalá imiten la
costumbre de épocas mejores! – L.A.G."[1].
[1] Luis Alberto González Martínez, el texto fue publicado en el
Boletín Municipal, Órgano Oficial del Municipio de Zipaquirá del mes de agosto
de 1936.