Folleto en homenaje a los Mártires Zipaquireños publicado en el año 2007. |
El
3 de agosto es un referente para la historia zipaquireña, día clásico del
municipio, declarado a través del Acuerdo No. 6 del 26 de julio de 1916
expedido por el Concejo Municipal, en esta fecha cada año conmemoramos el
sacrificio de los seis mártires zipaquireños, el Centro de Historia de
Zipaquirá como lo ha venido haciendo desde hace 11 años cuando fue constituido,
se hace presente en este día, entregando a la ciudadanía el anterior escrito
del Maestro Guillermo Quevedo Zornoza, el cual se publicó por primera vez en la
revista “Estampas de Colombia”, en el año 1952, texto que nos invita a planear
desde ya, la conmemoración que debe llevar a cabo la ciudad de Zipaquirá el
próximo año, cuando conmemoremos el
Bicentenario del sacrificio de los patriotas:
Agustín Zapata
José Luis Gómez
Juan
Nepomuceno Quiguarana
José María Riaño Cortés
Francisco Carate
Luis Sarache
El Obelisco en homenaje a los seis Mártires, en su lugar original de construcción en la Plaza de los Mártires |
“COMO NACIÓ LA CELEBRACIÓN
DEL 3 DE AGOSTO EN ZIPAQUIRÁ
Bien
sabido está de todos cuantos se interesan por las crónicas zipaquireñas, que el
3 de Agosto de 1816, el “Pacificador”, D. Pablo Morillo, a su vuelta de España
y una vez establecido el Régimen del Terror, hizo fusilar en la plaza de Zipaquirá,
después de un simulacro de juicio, a los patriotas lugareños Agustín Zapata,
José Luis Gómez, Luis Sarache, Nepomuceno Quiguarana, José Riaño Cortés y
Francisco Carate, y que despedazados esos cadáveres y decapitados, tras después
de muertos y puestos en escarpias, fueron luego sepultados en la ronda
izquierda de la antigua capillita de “Los Dolores”. Como es fácil suponer a ese
entierro no concurrió ningún pariente de las víctimas, como tampoco ningún
curioso, ya que el hecho no más de presenciar tan macabra ceremonia, era motivo
suficiente para aumentar el número de las víctimas. La persecución del
Brigadier La Torre, Jefe de la Plaza de Zipaquirá entonces, a todo criollo
republicano, fue rubricada por el Pacificador con la consigna perentoria de “exterminio”.
Azotes con la víctima amarrada en la columna central del antiguo Cabildo, era
el castigo más liviano a quien se atrevía a juzgar las disposiciones del
Generalísimo. Por todas estas circunstancias el vecindario de Zipaquirá,
temeroso de las represalias realistas, fue olvidando, poco a poco el sacrificio
de aquellos mártires. Y ese silencio se prolongó por cerca de una centuria.
Revueltos eso cadáveres en fosa común, sin ninguna señal o lápida que señalara
el sitio de inhumación, reposaron aquellos restos larguísimos años, sin que
nadie, absolutamente nadie, se acordara de dejarles una flor o elevar una
plegaria a su memoria.
A
fines del año de 1915, cuatro muchachos de la tierruca de la sal, estudiantes
por ese tiempo, en un arranque de quijotismo bien entendido y de amor por
Zipaquirá, resolvieron reivindicar para la historia nacional y para el recuerdo
de las gentes lugareñas, la memoria de los seis mártires caídos el 3 de agosto
de 1816. Consignamos luego los nombres de aquellos atrevidos jóvenes, contra
quienes se desató la ira oficial por los actos que a continuación intentamos
narrar.
En
la vieja plazuela de “La Floresta”, (en tiempos coloniales llamada de
“Villarroel”), se alzaba por entonces un monumento construido por contribución
u dedicado a conmemorar la creación del Departamento de Quesada. En las seis
caras de tal columna, que lo era por su forma especial, se habían esculpido los
nombres de las poblaciones que integraban las diferentes provincias del
extinguido Departamento. Para el sentimiento popular nada decían aquellas
listas de pueblos lejanos y olvidados, y la corta vida del Departamento de
Quesada (cinco años), se extinguió con el retiro del General Rafael Reyes, para
volver la República a sus carriles constitucionales. Los muchachos del cuento
resolvieron por sí y ante sí, destinar aquel monumento a la memoria de los
sacrificados por el Pacificador Morillo. Fue convocado el pueblo y obtenida la
venia plebiscitaria, se acordó la celebración del centenario de aquella fecha memorable.
Intervinieron con su aquiescencia y después con su participación directa y su
concurrencia, las Cámaras Legislativas la Asamblea de Cundinamarca, las
Academias de la lengua y de historia. Centros literarios, planteles, etc. Pero
aquí viene lo triste: las autoridades lugareñas en un principio no solamente
condenaron ese propósito, sino que por haber hecho borrar aquellos muchachos
las inscripciones del monumento, (lista de los pueblos quesadenses), y reemplazar tales leyendas por los nombres
excelsos de los patriotas…fueron encarcelados aquellos “visionarios” por el
delito de “destrucción de monumentos públicos”. Más con prisión y todo (a mucha
honra en este caso), al otro día de la captura y a despecho de las autoridades,
el antiguo y solitario monumento al Departamento de Quesada, y habiéndose
quedado dentro de su verja un cantero especialmente contratado, exhibía los
nombres de los seis mártires zipaquireños cuyo sacrificio es uno de los timbres
de orgullo de la ciudad de la sal.
Así
fue el principio de la magna celebración del 3 de Agosto, día en que Zipaquirá
evoca aquel recuerdo y deshoja todas las flores de sus jardines en el sitio
(Capilla de los Dolores) en que hoy reposan aquellas venerables cenizas.
Los
nombres de los muchachos coactores de esta jornada son:
Miguel a. Martínez (r.i.p.)
Alberto Talero (r.i.p.)
Juan Manuel Ortega (r.i.p.)
y…Guillermo Quevedo Z., que aún vive
para contar el cuento.
3 de Agosto de 1952.
Guillermo Quevedo Z.”.
Reverso del Obelisco en homenaje a los Mártires Zipaquireños en el lugar original en donde fue levantado. |
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