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Maestro Jaime Jaramillo Uribe 1917 - 2015 Fotografía tomada de: www.Kienyke.com
JAIME
JARAMILLO URIBE
HISTORIADOR
COLOMBIANO DEL SIGLO XX.
En el año 1984 la
revista Híspanic American Historical Review, publicó una entrevista que le concedió
Jaime Jaramillo Uribe, documento que fue traducido por el profesor de la
Universidad Pedagógica Nacional, Enrique Hoyos Olier y que fue reproducido en
el libro “De la sociología a la historia”, el cual hace parte del proyecto
editorial “obras completas de Jaime Jaramillo Uribe”, de la citada entrevista hemos tomado para este artículo los datos más relevantes a fin de lograr una breve
reseña biográfica del recientemente fallecido Maestro Jaramillo Uribe y que
complementaremos con aspectos relacionados con su aporte a la historiografía
colombiana.
Jaime Jaramillo Uribe,
nació en Abejorral, Antioquia en el año de 1917, sus padres fueron Teodoro
Jaramillo Arango y Genoveva Uribe Ochoa, su abuelo paterno Lorenzo Jaramillo,
fue uno de los patriarcas del departamento de Antioquía, quien forjó una
considerable fortuna, la cual perdió durante las guerras civiles de finales del
siglo XIX. Jaramillo Uribe quedó huérfano a temprana edad, ya que su padre
quien se desempeñó toda la vida en el servicio judicial falleció cuando el
historiador contaba con diez años de años, y siete años más tarde sobrevino la
muerte de su señora madre.
Los primeros años de
formación y vida del intelectual colombiano se desarrollaron entre las
dificultades económicas de su familia, el estudio, la lectura voraz y el
desempeño de diferentes labores para apoyar con el sostenimiento del hogar. Con
ocasión del fallecimiento de doña Genoveva Uribe Ochoa, Jaime Jaramillo se
desplazó a la capital de la república en donde ingresó a la escuela normal de
varones, ya que como el mismo lo narrara pese haber tenido que suspender por un
periodo sus estudios, nunca abandono ese ideal de convertirse en un
profesional, más aún cuando su pasión por la lectura en un inicio de los
clásicos franceses y posteriormente del socialismo y la histórica del
movimiento obrero así se lo demandaban, durante su paso por la escuela normal
recibió una importante y transcendental influencia de su rector el doctor José
Francisco Socarras, quien siempre vio en el joven un gran porvenir en el área
de la ciencias de la educación, tanto así que le dispensó una beca en el citado
establecimiento educativo.
Llegado el año de 1942
obtuvo el título de licenciado en ciencias económicas y sociales, siendo
nombrado al terminar sus estudios profesor de sociología en la escuela normal
superior, posteriormente inició sus estudios de derecho alcanzando el título de
abogado en el año de 1952, en la Universidad Libre de Colombia.
En 1946, viajó a
Francia como becario del gobierno Francés, a fin de adelantar estudios de
sociología en la Sorbona y en otros institutos de renombre del país europeo,
dicha estadía igualmente la aprovechó para adelantar varios cursos de historia,
entrando por aquel entonces en contacto con la escuela de Annales, de la cual
recibió una gran influencia para su desempeñó posterior como historiador. A su
regreso a Colombia se desempeñó durante un corto tiempo como visitador de una
agencia gubernamental dependiente del Congreso, esto es, la revisoría de
institutos oficiales de crédito, siendo llamado en el año 1952 a regentar la
cátedra de historia de Europa en la facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional, ente educativo en donde permaneció hasta el año de 1970,
dictando cursos de historia de Europa y Colombia.
Durante su vinculación
con la Universidad Nacional de Colombia, Jaramillo Uribe, viajó en varias
ocasiones a universidades de Europa y Estados Unidos, a desempeñar labores de
profesor visitante, experiencias que siempre manifestó tuvo como las más
fecundas en materia intelectual y humana, debido a las relaciones y contacto
que mantuvo tanto con estudiantes y docentes, entre ellos Rudolf Grossmann,
quien se desempeñaba como director de los estudios hispánicos de la universidad
de Hamburgo o Adolf Mayer – Abich, filósofo e historiador de la ciencia.
De su paso o estadías
por Europa, destacó el Maestro Jaramillo Uribe, su estancia en el archivo
general de indias de Sevilla, al cual consideraba el “sanctus sanctorum” de la
historia hispanoamericana, el cual manifestó: “le produjo muy variadas y raras
impresiones. Saber que sólo estaría allí un semestre donde debería estar varios
años me producía vacilación y desánimo. Allí, más que en ningún otro archivo,
tuve la impresión de las dificultades de la investigación histórica, de la
vastedad del material que tiene que enfrentar el historiador, y de la humildad
y del escepticismo con que debe tomar su obra”.
Como todos los sabemos
su paso por la Universidad Nacional desde el año 1952 hasta 1970 puede considerarse
como el periodo más fecundo e importante en la labor de Jaramillo Uribe en pro
de la búsqueda y aplicación de nuevos métodos para la investigación de la
historia de Colombia, así como de su profesionalización, ya que fue gracias a
su interés que se creó en el año de 1962, el departamento de historia en dicho
establecimiento, del cual fue su primer director, así mismo promovió y fundó en
el año de 1963 el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, la
principal publicación de historia social que ha surgido en nuestro país y en el
cual se iniciaron y en sus primeros años publicaron sus investigaciones los más
destacados historiadores colombianos, como Germán Colmenares, Jorge Orlando
Melo, Margarita González, y Alberto
Corradine Angulo. Igualmente durante su
paso por la Universidad Nacional Jaramillo Uribe adelantó importantes
investigaciones que posteriormente se convirtieron en sus publicaciones más
reconocidas como lo son: “El pensamiento colombiano en el siglo XIX en 1964 y
Ensayos Sobre Historia Social Colombiana, publicado en 1969 por la dirección de
divulgación cultural de la Universidad Nacional”.
El Anuario Colombiano
de Historia Social y de la Cultura, fundando como se mencionó por Jaime Jaramillo
en 1963, marcó un hito en las publicaciones sobre temas de historia en
Colombia, ya que hasta ese momento y desde principios del siglo XX, la
vanguardia en dichos aspectos estaba en cabeza del Boletín de Historia y
Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia, desde un inicio la
publicación se estructuró en tres partes, una sección de artículos, una
dedicada a reproducción de documentos de fuentes primarias y la tercera destinada
a la sección bibliográfica, según el historiador Mauricio Archila Neira, el
título de la revista fundada por Jaramillo Uribe, condensó su propuesta
historiográfica, esto es, estudiar la sociedad desde los diversos grupos que la
conforman atendiendo a su producción cultural, proyecto que agrega Archila
Neira, además reflejaba la trayectoria de su fundador entre la sociología y la
historia, pero sin desconocer el derecho, la filosofía y la misma economía[1].
A través del Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, su fundador igualmente dio
inicio a nuevas propuestas en materia de investigación histórica sobre el
periodo de la colonia, tema que ocupaba para aquel entonces un porcentaje
mínimo de interés para la historiografía tradicional, solo a manera de ejemplo, recordemos cómo
entre sus primeros artículos figuraron: “Esclavos y señores en la sociedad
Colombiana en el siglo XVII”; “La Población Indígena de Colombia en el momento
de la conquista y sus transformaciones posteriores” y “Mestizaje y
diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del
siglo XVIII”.
Finalmente no podemos
dejar de mencionar el interés que despertó en investigadores, historiadores en
formación y la comunidad académica en general, los nuevos métodos que se
plasmaban en los artículos publicados en el anuario, ya que hasta ese momento
se consideraba insólito por varios sectores de la historiografía la
incorporación entre otros de cuadros, estadísticas y líneas comparativas en un
artículo de historia.
Como dato adicional
vale la pena mencionar que en el año 2013 con ocasión de la conmemoración de
los 50 años del anuario colombiano de historia social y de la cultura, se
publicó un suplemento de la revista, la cual
rindió tributo a su fundador en su caratula, estampando allí el rostro
del Maestro Jaramillo Uribe, el cual tuvo como fondo diversas imágenes de las
etapas del anuario desde su primera entrega.
Una vez retirado de la
Universidad Nacional a comienzos de la década de los años setenta del siglo XX,
se vinculó con la Universidad de Los Andes, en un inicio como decano de la
facultad de filosofía y letras y posteriormente como profesor de historia económica
de Colombia e investigador del centro de estudios para el desarrollo (cede),
cargo que desempeñó por varios años.
La labor desarrollada
por Jaramillo durante la década de los años sesenta del siglo XX y que conllevó
a la profesionalización de la historia y al nacimiento de una escuela
historiográfica bautizada como “La Nueva Historia”, se vio en cierta medida
reflejada y consolidada en el año 1978 al aparecer el primer tomo del Manual de
Historia de Colombia, proyecto patrocinado por el instituto colombiana de
cultura – COLCULTURA – y el cual estuvo bajo la dirección de Jaime Jaramillo,
labor investigativa que hacía finales de los años ochenta se ampliaría, pero ya
bajo la dirección de Álvaro Tirado Mejía y que pasaría a denominarse Nueva
Historia de Colombia, publicada por la editorial planeta.
En su prólogo del
Manual de Historia de Colombia, escrito que posteriormente fue reproducido en
la obra Nueva Historia de Colombia, bajo el título de “La Historia y el
Historiador”, Jaramillo Uribe plasmó entre otros el origen del proyecto
investigativo, los fines que perseguía y la manera en que fueron seleccionados
los historiadores que lo llevarían adelante, pero sobre todo recalcó que dicha
obra era hasta el momento única y producto de un gran esfuerzo, realizado por
historiadores profesionales, por lo que dedicó gran parte de su escrito como el
mismo lo expresó, a formular sus consideraciones sobre la formación, destrezas
y virtudes que debe tener el historiador, tal y como lo entiende la ciencia moderna y como lo
exige el lector de una sociedad culta, convirtiéndose
dicho prologo en un magnificó ensayo sobre metodología, teoría y crítica de la
historia, por lo que es oportuno en esta fecha recordar algunos de los
planteamientos expuestos por el gran historiador recientemente fallecido.
Mencionaba Jaramillo
Uribe, al iniciar el prologó del Manual de Historia de Colombia:
“En primer lugar se
trató la necesidad y contenido de la obra. Sin desconocer el mérito y servicio
que habían prestado a sucesivas generaciones de colombianos los tradicionales
manuales de historia, como el benemérito de Henao y Arrubla, o los múltiples
estudios monográficos de épocas, acontecimientos y hombres producidos por los
miembros de nuestra Academia de Historia y por la academia regional, se llegó a
la conclusión de que a nuestra bibliografía histórica le hacía falta una nueva
síntesis del pasado nacional que no sólo presentara aspectos de él tratados
pasajera o marginalmente por la historiografía tradicional, sino también que
abordara dichos temas utilizando los métodos y conceptos que en los últimos
años han renovado la investigación histórica”.
A la hora de plantear
la formación y destreza del historiador, manifestaba:
“Comencemos con sus
conocimientos científicos y técnicos. Dominio del oficio en primer lugar; de lo
que Marc Bloch llamaba le métier de l´historien: paleografía, archivística,
diplomática, crítica textual; conocimiento de la historia general y de sus
grandes clásicos cuando se escribe la historia en el ámbito de la cultura de
occidente, como es el caso nuestro. Sin cierto grado de familiaridad con las
obras de los grandes maestros alemanes, ingleses, franceses de los siglos XIX y
XX, faltaría al novel historiador el conocimiento de la historia universal en
que está inserta la nuestra y el modelo formal de la obra histórica y del
historiador como científico y como artesano. Una sólida preparación en ciencias
impropiamente llamadas auxiliares, porque para el historiador constituyen el
instrumento mismo de trabajo y elemento esencial de su capacidad de comprensión
y síntesis: economía, sociología, derecho, filología, para situarnos en el
terreno del historiador clásico, es decir, del anterior a 1930. Porque en la
formación de un historiador contemporáneo entran sin apelación disciplinas como
la demografía, la estadística, y si se trata de historiadores de la economía,
un cierto grado de formación matemática”.
Más adelante y
relacionado con las habilidades del historiador, planteaba:
“Hay sí una forma de
imaginación indispensable para el historiador. Es la capacidad de plantearse
problemas, de formular hipótesis, de perseguir fuentes y pruebas. Muchas veces
hemos comparado la labor con la del detective o la del juez investigador…. Uno
y otro trabajan con testimonios, indicios, declaraciones al actor o los actores
y los testigos. La ciencia que los penalistas llaman crítica de las pruebas es
el equivalente de lo que los historiadores llaman análisis o crítica del
documento. Sólo que las sentencias del historiador nunca podrán ser definitivas
como las del juez, porque nunca, o casi nunca, podrá tener a su disposición
todos los hechos, ni encontrar todas las pruebas cuando se trate de explicar y reconstruir
un período, una época o un proceso histórico complejo como una revolución. Por
eso sus sentencias estarán siempre sujetas a revisión y nunca podrán tener el
efecto de cosa juzgada. De ahí el carácter abierto, provisional y también anti
dogmático que tiene el conocimiento histórico”.
Finalmente en lo que respecta al equipo de historiadores que
participaron en el proyecto editorial, señalaba:
“Los colaboradores de
este Manual representan la última etapa de la historiografía colombiana y la
primera generación de historiadores profesionales. Han asumido la tarea de
presentar, en una serie de cuadros, los principales aspectos de la historia
nacional, la cultura, la vida social, los grandes hechos políticos y la
economía, respondiendo al encargo del Instituto Colombiano de Cultura de
elaborar una obra sintética, dirigida a un público no especializado”.
La obra publicada de
Jaramillo Uribe, está conformada por varios libros y un sin número de artículos
y ensayos en revistas académicas, en orden cronológico los siguientes son sus
libros publicados:
Historia de Pereira
1962; El pensamiento colombiano en el siglo XIX en 1964; entre la historia y la
filosofía 1968, ensayos sobre historia social colombiana 1969; Historia de la
pedagogía como historia de la cultura en 1970; la personalidad histórica de
Colombia y otros ensayos 1977; ensayos de historia social II 1989; travesías
por la historia 1997; pensar la cultura: los nuevos retos de la historia
cultura 2004. A su paso la Universidad de los Andes con el apoyo financiero de
Colciencias, la biblioteca Luis Ángel Arango y el instituto colombiano de
antropología e historia, publicaron en el año 2002, la obra completa de Jaime
Jaramillo Uribe, proyecto editorial en el cual aparte de la obras ya reseñadas,
se publicó un texto titulado de la sociología a la historia, el cual comprende
un total de treinta artículos y ensayos, divididos en temas de sociología,
historia y educación y como apéndice una entrevista que se le realizara al
Maestro por una revista internacional especializada en historia en los años
ochenta; igualmente se publicó un texto titulado Historia Sociedad y Cultura:
ensayos y conferencias.
Sean estas líneas un
tributo de admiración al interior de este Centro de Historia, para uno de los
principales historiadores y renovadores de la investigación histórica de
Colombia en el siglo XX, fallecido el pasado 25 de octubre a la edad de 98 años y quien concibió la importancia de la historia, en el
deber que como colombiano tenía de conocer y hacer conocer la historia de su
país, en la convicción de que sólo sobre la historia nacional podría hacer investigaciones
basadas en las fuentes primarias y en la certidumbre de que la historia es la
ciencia de síntesis por excelencia y la que puede brindar un mayor conocimiento
de la realidad social[2].
Ernesto Campos García
Presidente Centro de Historia de Zipaquirá
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sábado, 28 de noviembre de 2015
JAIME JARAMILLO URIBE - HISTORIADOR COLOMBIANO DEL SIGLO XX
lunes, 12 de octubre de 2015
CENIZAS DEL VIENTO
Un Trasluz
de la Violencia.
El
anterior es el título del último libro de poesía publicado por don Segundo
Benjamín Corredor Blanco – Vicepresidente del Centro de Historia de Zipaquirá
-, la obra consta de treinta y siete poemas, precedidos por un texto denominado
“palabras al lector”, a través del cual el autor nos presenta una síntesis de
la historia de la violencia en Colombia hasta nuestros días.
Cuenta
igualmente la obra con un comentario por parte del poeta José Luis Díaz
Granados, quien al respecto manifestó: “Sobre CENIZAS DEL VIENTO, de Segundo
Benjamín Corredor, debo comentar que contiene una poesía sencilla y vigorosa en
donde expresa profundas acciones del espíritu humano. Son poemas reflexivos,
elaborados con sumo cuidado y con una profunda hondura en el corazón del ser
colombiano y en la realidad histórica del país, donde una guerra feroz y
prolongada azota y tiñe de sangre el mapa nacional durante dos largas centurias….”.
Cenizas
del Viento, se convierte en el tercer libro de poesía de Segundo Benjamín
Corredor Blanco, quien en 1993 publicó su primer libro titulado “En la Gran
Ciudad – Poesía de New York”, a su paso en el 2006 el municipio de Zipaquirá le
publicó su segundo libro de poesía denominado “Voz y Silencio”, el cual hizo
parte de la colección letra de la sal.
Don Benjamín Corredor, realiza la presentación de su libro "Cenizas del Viento un Trasluz de la Violencia". |
Segundo
Benjamín Corredor Blanco, es una de las figuras más destacadas en el ámbito
cultural zipaquireño, por su iniciativa se creó a comienzos de los años sesenta
el Círculo de Literatos Jóvenes de Zipaquirá. Posteriormente gracias a su
interés y perseverancia durante la década del 2000 revivieron en Zipaquirá las
tertulias literarias, que en otrora le dieron al municipio un lugar destacado en
el contorno cultural departamental y nacional, es así como nace la “Voz y el
Signo”, tertulia literaria fundada y dirigida por Benjamín Corredor durante varios años, espacio cultural que se desarrollaba los primeros viernes de
cada mes a las 6:30 de la tarde en la Casa de la Cultura “Arturo Wagner”.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
PACTO CIUDADANO POR LA CULTURA 2016 - 2019
El
próximo jueves 8 de octubre, a las seis de la tarde (6:00 p.m.), la CASA DE LA CULTURA “ARTURO WAGNER”,
adelantará con los cuatro candidatos a las Alcaldía de Zipaquirá, el PACTO CIUDADANO POR LA CULTURA 2016 – 2019.
Conforme
a los lineamientos del Ministerio de Cultura, los pactos ciudadanos por la
cultura, son acuerdos escritos construidos de manera participativa a través del
debate público y abierto entre el sector cultural y la ciudadanía con los
aspirantes a las Alcaldía, sobre las principales acciones y líneas
programáticas que en materia cultura deben implementar los futuros mandatarios.
En
esta oportunidad se han escogido diez ejes temáticos que condensan los
principales aspectos en material cultural frente a los cuales debe haber un
compromiso y gestión por parte del próximo mandatario local, entre ellos: los
mecanismos de participación ciudadana en el ámbito cultural, escuelas de
formación cultural y artística, gestión para la inversión presupuestal en la
cultura, apoyo y financiación a los gestores culturales y profesionalización y
creación de becas para la cultura.
Todos:
gestores culturales, artistas, literatos, músicos, entidades culturales y
ciudadanía en general, están cordialmente invitados para construir este PACTO
CIUDADANO POR LA CULTURA 2016 – 2019 con los aspirantes a la Alcaldía de
Zipaquirá.
domingo, 27 de septiembre de 2015
LA INDEPENDENCIA EN LA FILATELIA - SEGUNDA PARTE
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Estampilla por valor de 10 centavos para servicio recomendado, emitida en 1910 con ocasión del centenario de la Independencia. |
Como
lo habíamos citado en la primera entrega del presente artículo, en el año 1910
con ocasión del centenario de la Independencia Nacional, el gobierno produjo
una serie de diez estampillas conmemorativas, en esta nueva entrada presentamos
la imagen correspondiente a las estampillas de cinco centavos y diez centavos,
emitidas para servicios especiales, la primera destinada para acuse de recibo y
la segunda para servicio recomendado.
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Colección particular. |
La
estampilla de cinco centavos destinada para acuse recibo (A.R.), fue diseñada
con la imagen de don José Acevedo Gómez,
conocido en la historia de la emancipación como el “TRIBUNO DEL PUEBLO”,
designación que le fue dada entre otros por la famosa arenga que dirigió a los
habitantes de Santafé el 20 de julio de 1810, en donde invitaba al pueblo a no
declinar en las acciones encaminadas a lograr los propósitos de autonomía y
autogobierno. Igualmente se desempeñó Acevedo Gómez como Jefe Político y
Militar de Zipaquirá en los años 1814 y 1815.
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Colección particular. |
La
estampilla de diez centavos emitida para el servicio recomendado (R), fue
ilustrada con la imagen de los fusilados en Cartagena el 24 de febrero de 1816
por orden del gobierno español, correspondiendo dichos mártires a nueve de los dirigentes de la ciudad, señores
José María García de Toledo, Antonio José de Ayos, Manuel del Castillo,
Pantaleón de Germán Ribón, Santiago Stuart, Manuel de Anguiano, Martín Amador,
Miguel Díaz Granados y el santafereño José María Portocarrero[1].
LA EMISIÓN DEL SESQUICENTENARIO
1810 – 1960.
En 1960 nuestro país nuevamente se congregó en torno a la conmemoración de la
Independencia Nacional, hecho histórico que para aquel entonces llegaba a su
sesquicentenario, al igual que como ocurrió en el año de 1910 diferentes y
variadas fueron las actividades y acciones adelantadas para recodar dicha efeméride,
una de ellas desde el marco de la filatelia, toda vez que el gobierno nacional a través del ministerio de comunicaciones,
produjo una serie de doce estampillas y una hoja filatélica dedicadas al sesquicentenario de la independencia nacional.
Los
valores asignados a las estampillas fueron, tres de cinco centavos (5 ctv), dos de ellas
para correo aéreo y la tercera para correo ordinario; dos de veinte centavos (20 ctv) para correo ordinario; los restantes valores correspondieron a treinta y cinco (35 ctv) y sesenta centavos (60 ctv), un peso (1 p.), un peso con veinte centavos (1.20 p), un peso con treinta
centavos (1.35 p.), un peso con cuarenta y cinco centavos (1.45 p.) y un peso con sesenta y cinco
centavos (1.65 p.), estas últimas destinada al correo aéreo.
La hoja filatélica producida con esta serie contiene dos estampillas por valor de cincuenta centavos (50 ctv) y dos por valor de un peso (1 p.), para servicio extra - rápido.
A continuación presentamos las imágenes correspondientes
a la totalidad de la serie de estampillas puestas en circulación en 1960 con
ocasión del sesquicentenario de la Independencia Nacional, dentro de las cuales destacamos la estampilla por valor de un peso veinte centavos para correo aéreo que fue ilustrada con la imagen del líder del movimiento comunero, José Antonio Galán, hecho histórico que si bien tuvo una gran trascendencia tanto en el ámbito nacional como internacional, su fin y propósito no corresponde como tal, al que se inicio el 20 de julio de 1810 y culminó en 1819 con la independencia absoluta de la corona española.
Igualmente vale la pena resaltar que en la serie de sesquicentenario, por primera vez se hizo uso de la bandera nacional como símbolo patrio para ser difundido a través de la filatelia, recordemos que desde la primera emisión de estampillas en 1859 y durante muchos años predominó el uso del escudo nacional en sus diseños.
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Hoja filatélica Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
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Colección particular. |
Fuentes consultadas.
FILATELIA DEL SIGLO
XX. Artículo publicado en el tomo II, de la edición especial de la Revista
Semana: “El Correo en Colombia”. Bogotá, 2013.
LÓPEZ, DOMÍNGUEZ,
Luis Horacio. Los sellos postales y las conmemoraciones de la Independencia.
Artículo publicado en la edición No. 251 de la revista Credencial Historia.
Noviembre de 2010.
SOURDIS NÁJERA, ADELAIDA. “La
República de Cartagena”. Revista Semana. Bicentenario Cartagena de Indias 1811
– 2011. Cartagena Pregón de la Libertad Tomo I. (2011): 60-61.
TEMPRANO, LEO. Catálogo Histórico
Filatélico Colombia – 20ª edición
especializada. 1984. Bogotá – Colombia.
TEMPRANO, LEO. Estampillas de
Colombia. – Edición No. 32. 1997. Bogotá – Colombia.
[1]
Sourdis Nájera, Adelaida. “La República de Cartagena”. Revista Semana.
Bicentenario Cartagena de Indias 1811 – 2011. Cartagena Pregón de la Libertad
Tomo I. (2011): 60-61.
domingo, 6 de septiembre de 2015
200 AÑOS DE LA CARTA DE JAMAICA
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Estampilla por valor de cien pesos para servicio aéreo con el rostro de Bolívar y emitida en 1983 por el gobierno colombiano con ocasión del bicentenario del natalicio del Libertador. |
Con ocasión de la conmemoración de
los doscientos años de la “Carta de Jamaica”, documento escrito por Simón
Bolívar, durante su estancia en la isla de Jamaica y concluida el 6 de
septiembre de 1815, la Academia de Historia de Cundinamarca en su sesión ordinaria
llevada a cabo el día sábado 5 de septiembre de 2015, adelantó un conversatorio
en torno al valioso y profético documento, el cual al lado del manifiesto de
Cartagena (1812) y su mensaje al Congreso de Angostura (1819), constituye uno de los
principales textos de carácter político de Bolívar.
Por tal motivo compartimos en esta
ocasión, el texto de la intervención de la Académica de Número y Presidenta del
Centro de Historia de Pacho, Licenciada Ana Derly Prieto Novoa, quien tituló su
lectura como “¿Roberto Bunch verdadero destinatario de la Carta de Jamaica?
“¿Roberto Bunch verdadero
destinatario
de la Carta de Jamaica?
Por Ana Derly Prieto Novoa
Miembro de Número Academia de Historia de Cundinamarca
Presidenta del Centro de Historia de Pacho
CONVOCATORIA A LA UNIÓN DE NACIONES
Se conmemoran 200 años de este manuscrito, legado
fundamental por su indiscutible valor como texto de reflexión y análisis que
destaca los altos niveles de visión política alcanzados por Simón Bolívar, como
resultado de su esfuerzo por situar la lucha independentista dentro de la
perspectiva americana y mundial. Allí expuso la más acabada y factible teoría
sobre la independencia de América y de su desarrollo socio-político que
se hubiera formulado hasta ese momento.
La Carta de Jamaica en la actualidad resulta un
documento imprescindible y de consulta ineludible, ante la imperiosa
convocatoria por la integración latinoamericana y caribeña. Los principios de
unificación continental plasmados en el documento histórico tienen plena
validez en el presente. Como referencia en la estructuración de los nuevos
mecanismos de integración y ante el interés que demuestra el pueblo
latinoamericano por plantearse la unidad y la integración como una ruta común.
La idea del Libertador de procurar "la unidad de todos los Estados
en una Confederación tiene un valor incalculable".
Con más razón hoy en día cuando los colombianos
estamos viviendo la persecución por parte de los venezolanos. ¡Qué lejos estaba
el Libertador de imaginar una situación como esta! El, que siempre tuvo "la
visión de integración bolivariana", sobre
la unión y la creación de la gran patria americana.
La convicción Bolivariana de ver a América unida
toda como una gran Nación se ha visto vulnerada
por la política infame realizada por Nicolás Maduro, actual Presidente de
Venezuela.
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Billete de cinco pesos con la imagen de Bolívar puesto en circulación por el Banco Nacional de Colombia en marzo de 1888. |
CONTEXTO HISTÓRICO
Al llegar Bolívar a Kingston en 1815, contaba con
32 años. Para este momento llevaba apenas tres años de plena responsabilidad en
la lucha de emancipación. Comenzó su campaña gloriosa con la declaración del Manifiesto de Cartagena el 15 de diciembre de 1812. Durante este período
desarrolló una intensa actividad militar. Primero, en 1813, con la Campaña
Admirable, que lo llevó vertiginosamente en pocos meses a Caracas el 6 de
agosto de 1813 para intentar la refundación de la República, empresa que
termina en 1814, en fracaso frente a las huestes de José Tomás Boves. Luego de
este fracaso regresa a la Nueva Granada, para intentar repetir la hazaña de la Campaña Admirable, acción que es rechazada por sus partidarios. Sintiéndose
incomprendido en Cartagena de Indias, el 9 de mayo de 1815 decide tomar el
camino de destierro hacia Jamaica, animado por la idea de llegar al mundo
inglés y convencerlo de su cooperación con el ideal de la independencia
Hispanoamericana. En Kingston vivirá desde mayo hasta diciembre de 1815, tiempo
que dedicó a la meditación y cavilación acerca del porvenir del continente
americano ante la situación de la política mundial.
La Carta de Jamaica fue concluida el 6 de
septiembre de 1815 en Kingston. En ella analiza Bolívar en una primera parte,
cuales habían sido hasta ese momento los sucesos históricos en todo el
continente americano en la lucha por la libertad. En términos generales, era un
balance del esfuerzo realizado por los patriotas en los años transcurridos
desde 1810 hasta 1815. En la parte central del documento se exponen las causas y
razones que justificaban la decisión de los "españoles americanos"
por la independencia. Posteriormente, termina con una llamada a la Europa para
que coopere con la obra de liberación de los pueblos hispanoamericanos. En la
tercera y última parte, profetiza y argumenta sobre el destino de México,
Centroamérica, la Nueva Granada, Venezuela, Buenos Aires, Chile y Perú.
Finalmente, culmina Bolívar su reflexión con una imprecación que repetirá hasta
su muerte: la necesidad de la unión entre los países americanos. Aunque la
Carta de Jamaica fue escrita nominalmente a un ciudadano inglés, está claro que
su objetivo fundamental era llamar la atención de la nación liberal más
poderosa del siglo XIX, Inglaterra, a fin de que se decidiese a involucrarse en
la independencia americana. (www.venezuelatuya.com/historia/cartajamaica.htm)
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Billete de 10 pesos, emitido por el Banco Nacional de Colombia con la imagen del Libertador. Puesto en circulación en 1895. |
QUE ES Y DONDE ESTÁ
La carta, cuyo título era Contestación de un Americano
Meridional a un caballero de esta Isla, pretendía atraer a Gran Bretaña y al
resto de potencias europeas hacia la causa de los patriotas independentistas
americanos. La edición en inglés de la carta tuvo el título de “A friend” y en
castellano, “A un caballero de esta isla”. El original más antiguo que se
conocía es el manuscrito borrador de la versión inglesa conservado en el
Archivo General de la Nación (Bogotá), en el fondo Secretaría de Guerra y
Marina, volumen 323.
La primera publicación conocida de la Carta en castellano
apareció impresa en 1833, en el volumen XXI, Apéndice, de la Colección de
documentos relativos a la vida pública del Libertador, compilada por Francisco
Javier Yánez y Cristóbal Mendoza.
Retrato de don Roberto Henry Bunch Woodside que se encuentra ubicado en el salón del Concejo Municipal de Pacho (Cundinamarca) |
¿ROBERT HENRY BUNCH, POSIBLE DESTINATARIO DE LA CARTA DE JAMAICA?
"La
Carta de Jamaica", de Simón Bolívar destaca como una de las obras más
importantes de la época de la independencia iberoamericana. Mientras estaba
desterrado en Jamaica después de ser vencido, Bolívar escribió esta carta
supuestamente para responder a una previa misiva que había recibido. Teniendo
en cuenta que no especifica exactamente
quién es el destinatario, es posible suponer que estaba dirigida a cualquiera
de los ingleses que lo apoyaron en sus ideas libertarias y que, a la sazón,
estaban en Jamaica.
“Muy señor mío: Me apresuro a contestar la carta de 29 del
mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor
satisfacción. Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la
suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde
su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores
los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que usted me hace, sobre los
objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a
la confianza con que usted me
favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los
limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido
como el Nuevo Mundo…”[1]
El valioso documento llamado también La
carta profética, plasma en toda su integridad la faceta política y
visión hacia el futuro de La Campaña Libertadora. Fechada como está en Kingston
el 6 de septiembre de 1815, supuestamente para contestar la recibida el 29 de
agosto de un caballero de la misma isla, el texto de éste documento absorbe por
completo la atención de los historiadores. Diríase que se trata de un pretexto
literario que utilizó Bolívar para lanzar al público de Jamaica unos conceptos
de tamaña trascendencia política. Habida cuenta de lo extraño del país y de la
norma que regía el proceder de los gobernantes de las Antillas Británicas de
acuerdo con las instrucciones emanadas de su Metrópoli, no favorables por
entonces al movimiento emancipador de Hispano América. El futuro Libertador,
llenaba los periódicos de Kingston con largos artículos sobre temas análogos,
pero siempre bajo seudónimo – Un Suramericano, El
Americano – lo cual comprueba la cautela que había de observarse para
evitar ingratos problemas.
Fue escrita como ya se dijo para “un
caballero de la isla que se interesaba por las cosas de América y por la
independencia hispanoamericana”. Así, dirigida a un incógnito corresponsal, la
Carta de Jamaica, reproducida, comentada, destacada y alabada por biógrafos y
críticos, naturalmente suscita una interrogación de apasionante interés. ¿Quién
era ese caballero a quien Bolívar ungía —digamos así— con aquella detenida
exposición de sus ideas políticas? Persona de pro, a no dudarse, ya que Bolívar
pone tal énfasis en confiarle sus pensamientos de futuras epopeyas.
Sea, sin embargo, de ella lo que
fuere, lo cierto es que no existen más hipótesis que la expuesta en 1954 por Monseñor Nicolás Eugenio Navarro, a la
sazón Director de La Academia Nacional de la Historia de Venezuela, en el que
hace una serie de análisis y concluye que el destinatario de la Carta de
Jamaica es un tal Henry Cullen.[2]
Después de una detenida lectura del documento en cuestión, observamos una serie
de inconsistencias y acomodos que, de ninguna forma, respetan la rigurosidad y
seriedad de la historia como una ciencia. Nada se sabe de un señor C. ni
tampoco si Cullen es real o fingido. Ninguna evidencia prueba la existencia del
tal individuo. ¿Quién era?, ¿Cómo, cuándo y donde conoció al Libertador? ¿Si es
que alguna vez fue real, por qué desaparece totalmente del panorama sin dejar
huella alguna? No hay ninguna prueba
que ratifique la afirmación. Son sólo suposiciones en las que Navarro crea un
destinatario imaginario sin datos concretos y concluyentes.
Por el contrario, la tradición oral
entre los descendientes de la familia Bunch así como las publicaciones y
comentarios de destacados escritores[3]
son las bases que nos llevan a suponer que Robert Henry Bunch pudo haber sido
ese destinatario, y si no lo fue, mereció serlo[4]
como muy bien lo afirma Key Ayala en su artículo “El caballero desconocido”[5], ¡Noble y generoso caballero! Supo comprender
a Bolívar, quien para entonces, cuando se conocieron, no era sino un
desterrado, casi inerme, visionario de una utopía al parecer irrealizable por
su magnitud y sus dificultades. Y ese caballero no pertenecía al grupo de los
soñadores. Hombre de negocios, de clara visión financiera, regía en Jamaica una
casa de banca y había logrado hacer de ella un factor económico de gran
potencia. A su clarísima perspicacia de los negocios unía atención y
comprensión del ideal político.
Ignoramos cómo y por quién fue
presentado Bolívar al banquero Bunch junior, o si se presentó él mismo. Bolívar
causó grande impresión en el inglés, quien comprendió al punto cuál caudal de
energía, de constancia, de visión, y de alcance estaba contenido en aquel joven
ardoroso que se proponía libertar un continente. Se interesó por sus planes, se
erigió en protector generoso, sin mácula de provecho personal, de la empresa
Libertadora. Confió en la capacidad y en la buena fe del Libertador. Le ofreció
su protección y le prometió ayuda financiera para la compra de armas y
pertrechos. No se quedó en promesas. Bunch le suministró un préstamo de cientos
de libras, sin garantías fiduciarias de ninguna especie, meramente sobre la
palabra del joven ideólogo. Merced a tan efectiva ayuda, pudo Bolívar armar
expediciones y empujar hacia el triunfo su ideal libertador.
La carta de Jamaica ofrece pocos
elementos decisivos para la identificación del corresponsal. Tanto él como
Bolívar estaban interesados en esconderse por cuanto no se trataba de conceptos
ideológicos, sino de acción presente y futura, de hechos, de operaciones
bélicas, desde una posesión británica. De parte de Mr. Bunch habían de tomarse
las mayores precauciones, por la entidad que representaba y por las extensas
ramificaciones de sus negocios. Lo cierto es que, coronada la libertad de
América, Robert Henry Bunch fue recibido con gran beneplácito en nuestra patria
y recompensado generosa y ampliamente por el Libertador quien agradeció en
múltiples oportunidades el apoyo que recibió de su amigo inglés y pagó con
creces las deudas que había adquirido en aquella época.
Robert Henry Bunch, se encontraba en
1828 en Cartagena de Indias instalando la primera banca de la Nueva Granada y realizando
incontables negocios con el nuevo gobierno independista según lo demuestra una
numerosa documentación.
En 1837 llegó a la Ferrería de Pacho
como accionista en momentos en que el hierro se perfilaba como el mejor negocio
hacia el futuro. Gracias y a su visión comercial, logró llevar esta industria a
su máximo esplendor durante el tiempo que se encontró aquí. Casó con Dolores
Mutis, sobrina nieta del sabio, construyó una hermosa casa neocolonial en el Llano
de la Hacienda de Pacho. Allí nació su hija y nuestra ilustre poetisa Isabel
Bunch Mutis".
[1] BOLIVAR SIMÓN. Fragmento de La Carta de
Jamaica. 6 de septiembre de 1815.
[2] NAVARRO NICOLÁS. el destinatario de la "Carta de Jamaica" :
(en torno a un luminoso hallazgo documental). e. Caracas:
Impr. Nacional, 1954
[3] Varios interesantes datos sobre la familia
Bunch se conservan en una emocionada crónica llena de color y justeza,
publicada en 1949 en el diario El Espectador de Bogotá. Su autor, el conocido
periodista Álvaro Pachón de la Torre afirma tener en su poder, en el momento de
escribir la nota, documentos de inmenso
valor que fueron encontrados en un baúl en la casa de Roberto Bunch.
[4] GUERRERO BELTRÁN LUIS, Juandemaro
Querales, Ensayos y poesías, 1993. FASCETAS DEL LIBERTADOR POLÍTICO. Página 48
[5] Key
Ayala, Santiago. Tomado de la
Revista Nacional de Cultura de Venezuela, No. 99 del artículo de, El Caballero
Desconocido. Aporte especial de Don Felipe González de
Otoya (descendiente
directo de Roberto Bunch. Quinta generación)
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