A PROPÓSITO DE LOS 250 AÑOS DEL NATALICIO DEL PRECURSOR DE LA INDEPENDENCIA DON "ANTONIO NARIÑO".
EL PRÓXIMO 9 DE ABRIL, NUESTRO PAÍS DEBERÁ CONMEMORAR LOS 250 AÑOS DEL NATALICIO DEL PRECURSOR DE LA INDEPENDENCIA Y PADRE DE CUNDINAMARCA DON ANTONIO NARIÑO, POR TAL MOTIVO EL CENTRO DE HISTORIA DE ZIPAQUIRÁ, FILIAL DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DE CUNDINAMARCA, A PARTIR DE LA FECHA SE VINCULA CON DICHA CONMEMORACIÓN, DEDICANDO UN ESPACIO DE ESTE MEDIO DE INFORMACIÓN PARA RECORDAR LA VIDA Y OBRA DEL PRECURSOR.
DAMOS INICIO A ESTE ESPACIO, CON UN CORTO PERO INTERESANTE ARTÍCULO, QUE NOS DARÁ A CONOCER UNO DE LOS HOMENAJES QUE RINDIÓ LA EMPRESA PRIVADA A NUESTRO PRECURSOR EN EL AÑO DE 1965, CON OCASIÓN DEL BICENTENARIO DE SU NATALICIO.
Billete de 5 pesos plata, emitido por el Banco de la República en el año de 1941 con la efigie de Antonio Nariño en su juventud. (colección particular). |
"EL BOEING 720-B "NARIÑO"
“DE AVIANCA
Por Ernesto Campos García
Miembro de Número
Academia de Historia de
Cundinamarca
En
su ensayo: “Algunos aspectos de la personalidad histórica de Colombia”,
publicado en el año 1969, Jaime Jaramillo Uribe, resalta que en nuestra nación
a diferencia del contexto hispanoamericano, fue débil y muy ausente el fenómeno
del caudillismo, elemento de nuestra personalidad histórica, al cual le atribuye razones de orden
económicas y sociales desarrolladas desde la misma colonia y la gran influencia
que en nuestra sociedad han tenido las clases o partidos políticos
tradicionales y el civilismo[1].
Esa
gran influencia de la sociedad civil y el no surgimiento de caudillos fuertes y
constantes, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, a diferencia del fenómeno
que se presentó en países como Argentina, Nicaragua, República Dominica,
Venezuela o Paraguay y de la que hablaba
Jaramillo Uribe; al día de hoy podemos
considerarla como una causa histórica, para que en un país como Colombia una
vez iniciada la república, haya sido tan marcado el interés por estudiar, escribir
biografías, resaltar y homenajear a nuestros precursores y próceres del periodo
de la independencia, es decir a la generación denominada como los ilustrados de
la Nueva Granada, labor que tuvo un fortalecimiento y mayor ahínco a partir del
surgimiento de la historiografía académica en el año 1902 con la fundación de la Academia Colombiana de Historia y la
posterior creación de centros de historia y academias departamentales.
Un
ejemplo de este aspecto tan marcado de la personalidad histórica de nuestra
nación, se vivió durante el año 1965 al conmemorarse el bicentenario del
natalicio del Precursor de la Independencia Don Antonio Nariño, en donde una
gran parte del territorio nacional, así como sus instituciones públicas y
privadas se volcaron a celebrar con diferentes tipos de actos dicha efeméride.
El
programa de conmemoración, estuvo liderado desde el comienzo por la Academia Colombiana de
Historia, para ese entonces bajo la presidencia del General Julio Londoño, la
institución conformó una comisión de la
cual hicieron parte los académicos, Guillermo Hernández de Alba, Carlos
Restrepo Canal, Bernardo J. Caycedo y Oswaldo Díaz Díaz, acompañados por Alfonso
Lozano Caballero en representación del departamento de Cundinamarca, un
representante del distrito especial de Bogotá y un delegado las fuerzas
militares; los logros más significativos en aquella ocasión podemos resumirlos
así: se designó la residencia del Presidente de la República como “Casa de
Nariño, se adelantó la creación y adecuación de la sala Antonio Nariño en el
museo 20 de julio hoy denominado museo
de la independencia, patrocinada por la
Gobernación de Cundinamarca quien donó en dicha época la suma de cien mil pesos
para su adecuación; la compra del predio anexo al citado museo, en donde se
levantó posteriormente el obelisco de la libertad ideado por Nariño, gracias al
apoyo económico otorgado por el banco de la república y la creación de la orden
civil cundinamarquesa “Antonio Nariño” por parte de la asamblea de Cundinamarca[2].
Los
anteriores logros, los encontramos
condensados en los propósitos que se plantearon en diversos actos
administrativos promulgados desde el ejecutivo nacional, distrital y
departamental y que en su gran mayoría se cumplieron, siendo estos el decreto
No. 866 de 9 de abril de 1965 expedido por el presidente Guillermo León
Valencia; el acuerdo No. 143 del Concejo del distrito especial de Bogotá; la
ordenanza No. 8 de 21 de noviembre de 1964 de la Asamblea de Cundinamarca, la
resolución No. 1 de 10 de abril de 1965 de la misma corporación y el decreto
No. 363 de 3 de abril de 1965 expedido por el gobernador de Cundinamarca
Francisco Gaviria Rincón.
Pero
quizás el homenaje más representativo y pudiéramos decir original, no solo por haber
sido iniciativa de la empresa privada, sino por el significado de liberación
económica en que se enmarcó y como lo veremos a continuación, fue la decisión tomada por la junta de accionistas y directivos de la aerolínea Avianca, de bautizar uno de sus aviones con el apellido del precursor y padre de Cundinamarca.
A
partir del año 1961, la empresa Avianca introdujo a su flota uno de los aviones
comerciales más modernos para ese entonces, la aeronave a reacción conocida
como “BOEING 720 B”, ingresando dicha empresa en la era del jet, en un inicio se
adquirieron dos unidades las cuales
fueron bautizadas como “Bolívar y Santander”, cuatro años después en 1965, se
suma un elemento más a su flota matriculado bajo el número HK 726, al cual con
ocasión del año del bicentenario del
natalicio del precursor se le bautizó con su apellido, el viernes 9 de abril de 1965 sobre las 12 y
30 del día, en las instalaciones del aeropuerto
y designándosele como madrina a
doña María Luisa Ibáñez Manrique, bisnieta del precursor.
Imagen de uno de los Boeing 720-B, adquiridos por la empresa Avianca en los años sesenta del siglo pasado. Tomada de www.skyscrapercity.com |
Con
la compra de estos modernos jets la empresa Avianca, conformó la que denominó su
“flota de los libertadores”, con la cual tal y como lo mencionara su
Presidente Juan Pablo Ortega en el acto de bautizo del boeing 720 B “Nariño”,
pretendían en primer lugar contribuir a la prosperidad nacional, estar a la vanguardia de la aviación
latinoamericana y que dichas naves fueran un símbolo de libertad y cumplieran
el objetivo de contribuir a la liberación económica del país, metas que para que dieran fruto, era necesario el
apoyo y acompañamiento continuo del gobierno nacional, a fin de que se
proyectaran en el tiempo y formaran las bases de una política internacional que
amparará los intereses económicos de Colombia, lo anterior debido a la fuerte
competencia que en los
años sesenta ejercía el transporte aéreo internacional[3].
El
Historiador boyacense Pedro Gustavo
Huertas Ramírez, sostiene que: “En los anales de los pueblos y
de las naciones, hay acontecimientos que por su transcendencia dejan profunda
huella y se constituyen en hitos coyunturales de su desarrollo histórico[4]”, vemos
como dicha condición se cumple con Antonio Nariño, ya que más allá de querer
entronizarlo en el olimpo de los héroes o próceres de Colombia, su vida y obra
se ha convertido en un hecho histórico de larga duración, el cual siempre
estará presente y será factor fundamental en el desarrollo de los diferentes
aspectos de la sociedad colombiana, como en efecto lo fue para la empresa
avianca en la década de los sesenta del siglo pasado, entidad comercial que
para hacer un llamado de liberación económica y solicitar el continúo
acompañamiento y apoyo del ente estatal en su labor empresarial, tuvo a bien
recordar los ideales y pensamiento de don Antonio Nariño y por tal motivo signó
el apellido del padre de Cundinamarca en uno de los aviones de su flota, el cual estaba llamado a cumplir dicha
misión, es decir el boeing 720 B de matrícula HK 726, que surcó los aires
llevando en alto la bandera colombiana y el nombre del precursor de su
independencia, siendo necesario reiterarlo, como símbolo de liberación
económica y no sometimiento a la arrolladora industria área internacional,
labor que cumplió hasta el año 1984
cuando fue jubilado".
[1]
Jaime Jaramillo Uribe. La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos.
Pags. 131 a 153. Biblioteca Básica Colombiana. No. 28. Bogotá 1977.
[2]
Para los interesados en conocer más detenidamente el desarrollo de la
conmemoración del bicentenario del natalicio de Antonio Nariño en 1965, véase:
Boletín de Historia y Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia
Volumen LII Nos. 606, 607 y 608. Abril a junio de 1965. E igualmente en el
volumen CVI de la Biblioteca de Historia Nacional “Segundo centenario del
nacimiento de don Antonio Nariño” por Oswaldo Díaz Díaz. Editorial Kelly. 1965.
Academia Colombiana de Historia.
[3]
Juan Pablo Ortega. Boletín de Historia y Antigüedades Nos. 606, 607 y 608. “En
el aeropuerto de el dorado”. Pgas. 337-338. Abril a mayo de 1965. Bogotá. S.I.
[4]
Pedro Gustavo Huertas Ramírez. Boyacá Perfiles históricos de identidad regional
y nacional. Tunja – Boyacá. Búho Editores. 2004.
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