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domingo, 18 de mayo de 2025

ZIPAQUIRÁ VISTA POR MANUEL ANCIZAR A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

 

Don Manuel Ancizar
1811 - 1882 

Manuel Ancizar, reconocido intelectual colombiano del siglo XIX, hizo parte de la Comisión Corográfica – empresa cultural que se encargó, entre otros, de levantar el mapa general de la República y sus provincias -, por lo que en enero de 1850 como secretario de Agustín Codazzi, inicia un recorrido por las provincias del norte de la República de la Nueva Granada – como se denominaba nuestro país en aquel entonces -. Producto de dicho viaje, publicará hacia 1853 una obra denominada “Peregrinación de Alpha”, donde plasma de manera detallada las costumbres, aspectos sociales, datos históricos, económicos, físicos, en general un estudio etnográfico de las provincias recorridas a mediados del siglo XIX.

En la parte inicial de su obra Ancizar se referirá a Zipaquirá, relato que compartimos a continuación: 

PEREGRINACIÓN DE ALPHA

“La entrada de Zipaquirá es bella y pintoresca por un trecho de camino recto sombreado de sauces y mejorado con buenos puentes sobre las quebradas y el riachuelo, obra debida a la pertinacia y actividad del corregidor español don Josef de Ancízar, vizcaíno de sanas intenciones, si bien un tanto militar en su modo de administrar el antiguo corregimiento. La importancia de Zipaquirá depende de sus ricas minas de sal gema y carbón y de la gran fábrica de elaboración del primer artículo perteneciente al gobierno, copiosa fuente de ingresos para el tesoro nacional. Con todo, al recorrer las calles de la ciudad, al notar sus edificios anticuados y la muchedumbre de mujeres harapientas que concurren a las cercanías de la fabrica de sal a raspar los tiestos desechados, y recoger pacientemente las partículas de sal arrojadas con las basuras, no puede menos de preguntarse: “¿Zipaquirá es lo que debiera ser, vistas su aventajada posición y la riqueza no común de sus terrenos cultivables?”. De ninguna manera. Semejante a una precisa joya descuidada y empolvada, la ciudad querida de los zipas, solo necesita que sus vecinos la sepan apreciar y cuidar como ella merece, para convertirse en el lugar más lindo y alegre de la planicie. Fuertemente impregnados de sal los terrenos vecinos, guardan en su seno una fertilidad inagotable, hasta ahora desaprovechada. Todo la revela: el verdor y la lozanía de los campos, el fresco follaje de los árboles, el lujo de los arbustos y aun el tamaño extraordinario y vivísimo colorido de las flores innumerables que en vano ostentan su nativa magnificencia, pues no encuentran una mano agradecida que las reduzca al cuidado de un jardín; ingratitud tanto más notable, cuanto el amable, ingenuo carácter de las damas zipaquireñas y su vivir recogido parecen destinarlas a mantener íntimas relaciones con las representantes de la belleza en el mundo físico, las flores, santuario brillante y delicado en que la naturaleza ha colocado sus callados misterios de amor, como un reflejo de los ricos tesoros de afecto y modestia guardados en el alma de la mujer. Sin embargo, las flores permanecen desdeñadas por sus legítimas tutoras, así como los campos vecinos esperan todavía el genio diligente que haga valer su fecundidad.

Zipaquirá en 1858
Ilustración de la Comisión Corográfica

Pero ¿qué mucho que así vayan las cosas en orden a lo material, cuando en lo intelectual tiene que lamentar el patriota la ausencia de una simple escuela primaria? Fincan su empeño los zipaquireños en añadir lentamente piedra a piedra en la fábrica de una iglesia colosal, esponja que embebe inútilmente dineros que empleados en fundar escuelas y mejorar caminos, mantendrían hoy próspera y floreciente la ciudad, en vez de hallarse reducida a la condición de un apéndice inerte de la salina y un humilde contraste de la interminable iglesia. ¡Genio español, cuán adverso eres al verdadero y sólido progreso social¡

Perdónenme los zipaquireños el sermón. En aquella ciudad pasé mi infancia: allí tengo recuerdos queridos e imperecederos, y no puedo mirar con indiferencia la situación decaída y el inmerecido abandono del antiguo Edén de los chibchas”.  Ancizar, Manuel (1970). Peregrinación de Alpha. Bogotá. Biblioteca Banco Popular – volumen 7. (pág. 26 – 28).  

Gente de Zipaquirá 1845
Tomada de: Acuarelas de Mark
Colombia 1843 - 1856


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