Don José María Triana - imagen tomada de la publicación de su biografía realizada por el Ministerio de la Instrucción Pública en 1910. |
El 18 de julio de 1910
la Sociedad Central de Institutores de Colombia, solicitó al Ministerio de
Instrucción Pública, se sirviera publicar la biografía del prócer zipaquireño
de la Independencia José María Triana, documento que había sido elaborado por
otro zipaquireño don Luis Orjuela, la anterior proposición fue avalada por el
Ministerio y fue así como en un folleto contentivo de nueve páginas, circuló en
el año del Centenario de la Independencia, la biografía del reconocido profesor
Triana, como un aporte y cumpliendo los objetivos plasmados en la primera
reunión ordinaria del Centro de Historia de Zipaquirá de este año, en donde con
ocasión de la conmemoración del Bicentenario del sacrificio de los Mártires
Zipaquireños, se propuso y aprobó difundir
igualmente la presencia de Zipaquirá en la Independencia, nos permitir
transcribir a través de nuestro blog, el documento realizado por nuestro máximo
historiador, Luis Orjuela.
"JOSÉ MARÍA TRIANA[1]
PRÓCER DE LA INDEPENDENCIA Y EL PEDAGOGO MÁS ANTIGUO
DE LA REPÚBLICA[2]
Por Luis Orjuela
Historiador
zipaquireño
Miembro de
Número de la Academia Colombiana de Historia
Miembro
Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua
Este benemérito
institutor nació en Zipaquirá el 29 de febrero de 1792, y fue bautizado el 3 de
Marzo. Siguiendo los caracteres de su notación propia, la más fiel si no la más
correcta, la respectiva partida de nacimiento, en ciertas levísimas diferentas
discrepante de la que inserta el Boletín
de Historia, tomo v, página 695, está concebida así:
<< En esta
Parroq de Zipaq. en tres de Marzo de mil set. Nov y dos con lis del Párroco
baptisé, puse óleo t chrisma á un niño á q. llamé Josef María, hijo leg. De
Josef Man. Triana y Josefa Algarra. Ab. P. Fran. Xavier Triana y Gertrudis
Romero, M. Ant. Algarra y Paula Prieto. P. (padrinos) Gabriel Rubiano y Pert.
Bello á q. advertí sus oblig. Testig. Josef Latorre y SErv. Díaz. Doy Fee.
<<FR.
Fran. Solano Méndez>>
De 1809 á 1810 hizo estudios de Derecho Real y Público
en el Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé, según certificado del
Catedrático de dicha asignatura, Licenciado don Emigdio Benítez (697)[3].
En los claustros estaba, pues, cuando estalló la revolución de independencia.
Y como al grito
de emancipación el primer deber de todo adolescente fuese el de sentar plaza en
las milicias al servicio de la Patria, el 9 de Noviembre de 1810 el Vicepresidente,
don José Miguel Pey, le expide despacho de Teniente de la segunda Compañía del
primer Escuadrón del Regimiento de milicias de Zipaquirá y Ubaté (696).
Andando la
suicida rivalidad entre Cundinamarca y el Congreso de Tunja, don JOSÉ MARÌA,
que se hallaba ocasionalmente en el lugar, de residencia de aquel Congreso,
remitió dos esquelas á sus padres por conducto de un individuo que para abundar
en seguridad las trajo á Zipaquirá en un bordón. Con este motivo los
destinatarios fueron compelidos á comparecer ante el Tribunal de Vigilancia y
Seguridad de Santafé entre los años de 1812 y 1813, hasta que al fin se les
declaró libres de toda sospecha y se les alzó el arraigo á que habían sido
sometidos, todo en consideración, principalmente, <<á la victoria de nuestra
armas el memorable 9 del corriente>> (Enero 1813). Tan nimia y pueril
susceptibilidad obedecía, es natural, no á que los sospechados no estuviesen
caracterizados de patriotas, sino á que, procediendo las esquelas de la ciudad
de Tunja, esta sola circunstancia hacía ya tildar á la familia Triana de
federalista (697 á 700).
Y pues ningún
hombre nace grande, ni nadie se engrandece más porque se oculten los destinos
humildes en que se dieron los primeros pasos, conviene decir que en 1815 fue
don JOSÉ MARIA, Alcalde ordinario de primer voto de la villa de Zipaquirá y
Administrador del ramo de alcabalas del mismo lugar. Este último cargo fue
debido á honrosa confianza que le dispensó don José Acevedo y Gómez, entonces
Jefe Político y Militar del Distrito de Zipaquirá, Ubaté y Chiquinquirá
(protocolo de la Escribanía de Zipaquirá).
Entre los
vecinos de la villa de Zipaquirá inscritos por Morillo en la célebre lista de
1º de Junio de 1816, documento éste el más curioso cuyo original conserva la
familia Triana (700 á 702), figura comprendido don JOSÉ MARÍA con una cuota de
$1,000 á título de contribución de guerra, por <<emisario de Frutos
Joaquín Gutiérrez para formar la revolución.>> Alegó el penado en su
descargo: 1º, haber sido condenado por el Tribunal de Purificación á servir en
la clase de solado, á tiempo que, muertos sus padres, estaba hecho cargo de la
subsistencia de siete hermanos menores; y 2º, haber contribuido ya con su
trabajo material á la composición de caminos, por un lapso de tres meses y sin
ración[4].
En mérito de estas razones, la primera asignación se le redujo á $100; y como
el interesado volviese á instar para que se le relevase también de esta cuota,
Morillo, tan poco accesible á las sugestiones de la clemencia, tuvo á bien
declararlo indemne de toda multa, lo que consta de lacónica resolución de 21 de
noviembre de 1816. Evadióse así, con maña, de entre las garras del tigre
pacificador (701 á 705).
Los primeros
destinos que recibió del Gobierno general en los albores de la segunda República
fueron los de Mayordomo de Fábrica de la iglesia de Zipaquirá y Maestro de
primeras letras en la misma villa (protocolo de Zipaquirá año de 1820). Empieza
de este modo á ensayarse en las tareas de la instrucción pública; y qué aprecio
merecería muy pronto por sus relevantes dotes lo patentiza la espontaneidad con
que los vecinos, visto que los recursos fiscales del lugar estaban aplicados
para las necesidades de la guerra, se apresuraron á duplicarle el sueldo de su
propio peculio, conforme se ve de escritura suscrita en Zipaquirá el 23 de
septiembre del mismo año (Minuta
Histórica, página 105, nota).
En 1824 la Curía
eclesiástica, con visto bueno del Gobierno, le expide finiquito por las cuentas
de la Mayordomía de Fábrica (procolo de Zipaquirá, año citado). La rectitud más
severa fue siempre una de las notas más altas de su carácter moral.
Como su escuela
de Zipaquirá viniese siendo honrada con las visitas que se complacía en hacerle
el Vicepresidente de la República en persona, de tales visita surgió el que el
General Santander le encargase de regentar en Bogotá la primera escuela fundada
por el sistema de Lancaster (723 á 724). No hacía entonces muchos años que este
célebre pedagogo había ideado en Inglaterra la manera de enseñar a muchos á un
tiempo, haciendo que unos á otros se enseñasen.
Trasládase,
pues, á Bogotá por los años de 1826, y abre en 1º de Julio de 1827, de
conformidad con prospecto publicado en la Gaceta
del Gobierno número de 286, la primera casa de educación privada que se
fundó en la capital, que fue también la primera en donde se puso en planta el
sistema de enseñanza mutua hasta entonces desconocido en el país.
Parece que en la
Colonia la enseñanza no era profesión susceptible de ser ejercida por
particulares, sino privilegio que el Soberano dispensaba, ó por conducto de las
escuelas primarias, ó por los colegios de provisión real, ó por medio de los
monasterios; y como cuanto monopolio cae bajo la acción oficial, matando el
interés privado, bien pronto se connaturaliza con la enervante rutina, en el
Virreinato no alcanzaron no á vislumbrase los adelantos pedagógicos que bajo un
régimen de libertad germinaban ya en naciones como Suiza y la Gran Bretaña.
Los frutos del
Colegio de TRIANA fueron en breve cuales correspondían á tal maestro; de lo
cual es claro testimonio la circunstancia de que en 1831 padres de familia y
ciudadanos de la mayor respetabilidad, entre ellos don Domingo Caicedo, don
José Manuel Restrepo, don Enrique Umaña y otros, elogiaban, por relación
impresa en la imprenta de Cualla, los progresos alcanzados por don JOSÉ MARÍA
en el ejercicio del magisterio y le dirigían una manifestación pública de
gratitud. De tanto prestigio llegaron á gozar, en efecto, los estudios
sostenidos en aquel Colegio, que ellos habilitaban á los cursantes para que la
Universidad Central les concediera el grado de Bachilleres en Filosofía (705 á
711).
Consecuente el
historiador Restrepo con el alto concepto que había formado del pedagogo y su
obra, <<distinguióse, - dice en sus apuntamientos para servir de
continuación á la Historia de Colombia
(Revista Literaria, I, 183), - el
Colegio particular á cargo del señor JOSÉ MARÍA TRIANA, fundador de esta clase
de establecimientos, que tánto se han aumentado en años posteriores>>;
juicio que, en calidad de discípulo, don José Caicedo Rojas abona en sus Recuerdos y apuntamientos (Colombia
Ilustrada, 310). <<Siempre será para mí grata y venerada – dice este
escritor – la memoria del benemérito don JOSÉ MARÍA TRIANA, padre de José y
fundador de las escuelas lancasterianas entre nosotros, pues á él debo una
parte de lo poco que aprendí en mis mocedades en el famoso Colegio que abrió en
esta ciudad.>>
Restablecida,
por decreto que el General Santander dictó en Noviembre de 1832, la Academia
Nacional que ya había existido en tiempo de la Gran Colombia (Ley de 18 de
Marzo de 1826), TRIANA fue uno de los veintiún miembros que debían componerla.
El personal de la docta corporación era de lo más distinguido de aquel tiempo,
como puede verse en la Vida de Rufino
Cuervo, I. 216, nota.
En 1833 el
Consejo de administración de la Sociedad de Educación primaria de Popayán, bajo
la respetable firma de don Joaquín Mosquera, le comunicaba el nombramiento de
corresponsal de dicha corporación y le enviaba el respectivo diploma (711).
Por su parte el
Gobernador interino de la provincia de Bogotá en 1835, General José María
Mantilla, prodigaba también al Colegio de TRIANA merecidas alabanzas. El
informe de este funcionario á la Cámara de provincia puede hallarse por el
catálogo de la Biblioteca Pineda, II, 291.
Los programas
para los certámenes del Colegio en los años de 1836 y 1837 (712 á 717) revelan
cuán interesante y bien escogido era el cuadro de alumnos asistentes al Colegio
de don JOSÉ MARÍA. Procedentes del lugar natal del institutor compartían los
honores del compañerismo con distinguidos educandos de la capital, los jóvenes
Antonio Wiesner, Januario Silva Landázuri é Isaac Orjuela.
No habiéndose
generalizado aún lo bastante el sistema docente de TRIANA, no obstante estar
andando ya el año de 1837, el Consejo administrativo del Colegio de la Merced
lo excitaba aquel año á dar algunas lecciones á los preceptores del
establecimiento (714). Empezábase á sentir así la necesidad de formar maestros
por medio de las Escuelas Normales, necesidad á que debía ocurrir por primera
vez el plan de estudios de don Mariano Ospina (Gaceta de la Nueva Granada, 1844, parte correspondiente al número
714, de 1º de Diciembre).
Dirigió en 1838
los trabajos de construcción de la escuela de niñas del convento de Santa
Clara, y enseñó allí el método de su especialidad. Por ello el Poder Ejecutivo
y el señor Arzobispo Mosquera le dieron votos de aplauso, y le declararon
acreedor á la gratitud de todos los amigos de la educación (717).
Como después de
doce años de labores escolares resolviese en 1838, la clausura de su
establecimiento, el doctor Rufino Cuervo, en nombre de la Universidad Central,
le dirigió una honrosa manifestación de sentimiento por tan infausta medida
(718).
En 1845 la
Dirección General de Instrucción Pública le confiaba la redacción de manuales para
los métodos de enseñanza primaria; y al mismo tiempo el Gobernador de la
provincia de Bogotá, don Pastor Ospina, lo encargaba de fundar la Escuela
Normal y de dar clases en ella por tres mese con licencia que á tal efecto se
le concedía para separarse del destino de Director de la casa de reclusión de
Guaduas (719). Por entonces había cobrado la instrucción pública grande vuelo,
á impulso del plan de estudios á que en otro lugar se hizo referencia.
Al año siguiente
(1846), el mismo Gobernador Ospina le concedía privilegio para publicar y
vender una obra de su propiedad con el título de Lecciones de Gramática Castellana arregladas al método de enseñanza
mutua, aprobadas por la Dirección General de Instrucción Pública y mandadas
enseñar en las escuelas de la Nueva Granada (719 á 720).
Este mismo año
de 46 el Secretario de Gobierno, don Alejandro Osorio, consultaba la opinión de
TRIANA acerca de providencias por adoptar en materia de enseñanza primaria
(720).
Encargado al fin
en 1849 de la Dirección de la Escuela Normal de una manera definitiva, recibe
del Gobernador de la Provincia de Bogotá, doctor Vicente Lombana, la comisión
de dar informe sobre cuantas medidas propendieran al adelanto del ramo de
educación (720 á 721).
Son dignos de
mencionarse los elogios que de su competencia como profesor, los mismo que de
su acierto en la preparación de textos, hace El Constitucional de 1850 (Biblioteca Nacional, sección de
periódicos, volumen 231).
Al frente de la
Dirección de la Escuela Normal se mantuvo hasta el año de 1854. Al separarse de
este puesto le acompañaba el voto más unánime de la estimación general, como lo
prueba la nota en que el Gobernador de la provincia de Bogotá, don José Chávez,
encarece sus perseverantes esfuerzos en desarrollo de la ilustración del país,
y sugiere las materias en que aún podían aprovecharse sus notorias aptitudes
(721 á 722).
Últimamente,
elevando en 1854 una representación á los Senadores y Representantes en el
sentido de pedir <<que los años empleados en la educación se le
computaran como servicios hechos en empleos civiles, para solicitar una triste
jubilación>>. TRIANA minado en su salud, recapitula los hechos de su
vida; y de tal resumen aparece que fue Archivero de la Secretaria del Interior
en tiempo de la Gran Colombia, Oficial de Encomiendas, Secretario del Crédito
Público, Director y fundador de la casa de reclusión de Guaduas y Director de
la de refugio de Bogotá. Poseyendo tan señaladas dotes para el servicio de la
disciplina escolar, mal no podía tenerlas aventajadas para la reglamentación de
una penitenciaria ó de cualquier otro instituto de organización complicada.
Como la
revolución de Melo trajo consigo la disolución del Congreso, es de creer que
éste no alcanzaría á disponer cosa alguna acerca de la solicitud de TRIANA; y
falto también de fuerzas, el institutor vio llegar su fin el año de 55.
Sus obras fuera
de la ya mencionada atrás (página 5), se registran en la Biblioteca Pineda,
así:
Manual del
sistema de enseñanza mutua aplicada á las escuelas primarias de los niños –
Bogotá – Impreso por S.S. Fox – Plazuela de San Francisco – 1826 – 120 páginas
y una hoja de dibujos al fin. (Catálogo II, 62). Sin nombre de autor.
Manual de
enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras, redactado por José María
Triana, comisionado especialmente al efecto por el Director General de
Instrucción Pública. Bogotá – Impreso por J.A. Cualla – 1845 – Opúsculo de 59
páginas, fechado en Guaduas á 2 de septiembre de dicho año; y á continuación un
Manual que deben tener presente los profesores de las escuelas para la
enseñanza de la Gramática Castellana, según el método de Pestalozzi, extractado
de sus obras por J.M.T. – 66 páginas de mismo formato. (Catálogo I. 27).
Practicaba, pues, también el método objetivo del pedagogo de Zurich.
Manual para los
preceptores de enseñanza primaria ó instrucción moral y religiosa, adoptado por
las escuelas de la provincia de Bogotá, por José María Triana – Bogotá –
Imprenta del Neogranadino, por Rubinat y Ovalles – 1851 – IV páginas de prólogo,
247 de texto y 4 hojas de figuras de geometría, de dibujo, de física y de
historia natural. (Catalogo II, 59).
No es común que
los escritores en Colombia se enriquezcan con sus obras, y sentaría mal que en
su sencillo desinterés los obreros de la difusión de las luces tuviesen algo
más que un moderado pasar. No obstante el arreglo de sus costumbres domésticas,
no legó, pues, TRIANA, á su hijos, habidos en matrimonio con la señora Paula
Silva, una fortuna cuantiosa; pero fuera de una educación esmerada tuvo la
dicha de transmitirles cierta facultad de adaptación al medio en que debían
llenar sus destinos en el mundo. Herederos del tesoro de sus virtudes fueron
las señoras Liboria y Clotilde Triana, esposad sucesivas del doctor Lorenzo
María Lleras; la señora doña Tadea Triana, hoy respetabilísima viuda del doctor
Santiago Pérez; el señor don Januario Triana, ciudadano probo é ilustrado; los
señores don Juan y don José Triana, naturalista el último á quien la sociedad
de su tiempo adjudicó el dictado de sabio,
que la posteridad confirma. Puede juzgarse de la importancia científica de don
José por el concepto que sobre él han emitido sus biógrafos doctor H.A.
Schumacher (Anales de la Universidad,
tomo VIII, página 164), el señor don Luís G. Rivas (Papel Periódico Ilustrado, II, 250) y el señor don Julio D.
Marallino (Colombia Ilustrada, página
338).
Honor al
fundador de una especie de dinastía educacionista, de cuyo seno han brotado no
poco visibles ejemplares en ilustración, ciencia y elocuencia.
MEMORIAL
DIRIGIDO POR EL SEÑOR JOSÉ MARÍA TRIANA
AL CONGRESO DE 1854
Ciudadanos,
Senadores y Representantes.
Usando el
derecho de representar concedido á todo ciudadano, y apoyado más que en esto en
vuestra benevolencia, me permitiréis que respetuosamente os haga esta
exposición.
Sensible me es
hablar de mí mismo, pero no de otra manera pudiera lograr el objeto que me
propongo al dirigirme á personas justas y compasivas. Desde algún tiempo antes
del año de diez empecé á prestar mis servicios á la Patria, preparando bajo la
dirección del benemérito Frutos Joaquín Gutiérrez los ánimos para la
revolución. Los servicios hechos en aquella época y en la revolución misma me
produjeron, como á todo patriota, la pérdida de mis bienes y un presidio á que
me destinó el implacable Morillo, contándome por feliz en no haber corrido la
suerte de mis compatriotas que fueron al patíbulo. Recobrada la libertad con el
triunfo de nuestras armas, no me detuve un momento en continuar mis servicios
de la manera que se me exigía, no sólo cuando se trataba de la Independencia,
sino en las diferentes revueltas que por desgracia han agitado el país, en las
que siempre estuve del lado de los sestenedores de los buenos principios, y en
las que no fui más afortunado, pues en el año de 1840 fui el primero á quien
despojaron de parte de sus intereses, sin que por esto quedara libre de la
vigilancia y pesquisas de aquel tiempo. Desde aquella época hasta ahora he
servido varios destinos, así civiles como de Hacienda, tales como Archivero de
la Secretaría del Interior en tiempo de Colombia, Oficial de Encomiendas,
Secretario del Crédito Público, Director y fundador de la Casa de Reclusión de
Guaduas y de la de Refugio de Bogotá, en las que me comporté con la honradez de
que he hecho estudio toda mi vida; pero en el ramo en que he empleado la mayor
parte de mi vida ha sido en la educación de la juventud. En tiempo de Colombia,
cuando en la instrucción no se conocían más métodos que los bárbaros legados
por nuestros opresores, empecé á establecer procedimientos que facilitaban la
enseñanza. Mi escuela era citada como un modelo, y el Vicepresidente de
Colombia se complacía en examinarla, dejando sus grandes ocupaciones para
trasladarse á Zipaquirá, lugar de mi residencia. Esto dio motivo á que se me
encargase de la primera escuela lancasteriana, donde recibieron instrucción
centenares de individuos y donde se pusieron los fundamentos ó métodos
razonables y civilizadores.
Pareciéndome que
con la dirección de tan gran número de alumnos no lograba mi objeto, que era el
de aumentar los conocimientos y mejorar las maneras de enseñar, establecí la
primera casa de educación que fue como el modelo de las que hoy dan tántas
esperanzas á la Patria. La voz pública, el conocimiento que se tuvo de aquel
establecimiento, los jóvenes que en él se formaron y que son hoy honra de la
Patria, me excusan hablar de él, tanto más cuanto que entre nosotros quizá se
encuentran testigos de sus progresos y de la veracidad de mis aserciones.
Por último, hace
cinco años que se me mandó a regentar la Escuela Normal. Bajo la dirección y
con el apoyo del Gobernador de aquel tiempo redacté un manual para los
maestros, cuadros sobre diferentes materias, di á conocer nuevos métodos, formé
maestros, visité las escuelas, hice reparar los locales, y nada se escapaba á
mi vigilancia. Las memorias de los señores Gobernadores dirigidas á la Cámara
de Provincia son el mejor comprobante de mi conducta en el cumplimiento de
aquellos deberes y que da mejor idea del estado de las escuelas. Con la
remuneración de aquel destino cumplía escasamente con las obligaciones de padre
de familia, vivía pobremente; pero contento, porque me hallaba en mi elemento,
en medio de los niños.
Desgraciadamente
la Gobernación entendió la Ley de 15 de Mayo última de una manera tan extensa
como no la ha entendido la Cámara de Provincia, que destinó fondos para la
Escuela Normal, ni los demás Gobernadores, que en ejecución de la misma Ley sostienen
las Escuelas Normales, y dio un Decreto por el cual quedé sin destino. No diré
nada de la anarquía en que por consecuencia están las escuelas, ni de los demás
males que se seguirán á la instrucción, de lo cual ya pudiera citaros ejemplos.
La gravedad de la materia os hará pensarla detenidamente, pero el resultado ha
sido que después de cuarenta años de servicios, anciano y achacoso, no cuento
para la subsistencia de mi familia sino con la remuneración que el actual
Gobernador me ha dado en virtud de una contrata por un trabajo que estoy
haciendo para la escuela: concluido este recurso, no me queda otro que el de la
mendicidad.
No pido una
pensión, sino sólo que declaréis que los años que he empleado a la educación se
me computen como servicios hechos en empleos civiles, para solicitar una triste
jubilación que me impida la desesperación de hallarme por primera vez de mi
vida sin medios de ocurrir á la subsistencia de mi familia.
Perdonadme,
ciudadanos Senadores y Representantes. Jamás hubiera ocupado vuestra atención,
si no temiera la miseria, á cuyos umbrales me encuentro, y de la que espero me
saquéis concediéndome la gracia que llevo expuesta.
Ciudadanos
Senadores y Representantes.
JOSÉ MARÍA
TRIANA
-------------
Agregamos á
estos documentos las siguientes líneas tomadas de La Caridad número 33, Enero de 1872:
<<Instrucción primaria. Desde el año de
1823 empezaron á establecerse en Colombia las Escuelas Normales, por el método
de Lancaster, y el primer institutor fue el señor José Mará Triana.>>".
[1] PROPOSICION. SE
APROBÓ EN LA SESIÓN DEL 18
DE JULIO DE
1910 POR LA SOCIEDAD
CENTRAL DE
INSTITUTORES DE COLOMBIA. Solicítese muy respetuosamente del señor Ministro de
Instrucción Pública se sirva hacer publicar
por cuenta de ese Ministerio la biografía del prócer de la Independencia y notable institutor señor don José María Triana,
escrita por el señor don Luis Orjuela,
con destino a la
Sociedad Central de Institutores, quien la distribuirá en memoria
del primer fundador de la Escuela Normal en
Bogotá en el año de 1837. Es copia—El
Secretario de la Sociedad , Jesús González E. Nota.
La biografía adjunta ha sido tomada del número extraordinario de la Revista de Instrucción
Pública, editado con motivo del Centenario de la Independencia Nacional.
[2] La presente
noticia biográfica hace parte de una serie de bosquejos de igual clase,
preparados para una obra que lleva por título Tributos de Zipaquirá para la revolución de independencia. Aquí la
única advertencia que el autor se permite hacer es que él no se precia de
escribir biografías, sino de reunir apuntes para que por otras plumas se
escriban.
[3] Estos
números entre paréntesis son los de las páginas del Boletín de Historia, tomo
V, volumen donde el digno Secretario perpetuo de la Academia Nacional
de Historia, doctor Pedro M. Ibáñez, tuvo á bien publicar ciertos importantes
documentos conservados por la familia Triana, y mina la más abundante en datos
sobre la vida de don JOSÉ MARÍA. Las demás referencias á otras fuentes de
información se indicarán con cita entera.
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