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miércoles, 13 de diciembre de 2023

1823 - 13 DICIEMBRE - 2023 BICENTENARIO FALLECIMIENTO DE DON ANTONIO NARIÑO - PRECURSOR DE LA INDEPENDENCIA Y PADRE DE CUNDINAMARCA

 


Busto de Don Antonio Nariño, ubicado en el patio de

la Casa de la Cultura “Arturo Wagner” de Zipaquirá,

 desde diciembre de 1973.


La placa fijada en su pedestal reza así:


LA GOBERNACION DE CUNDINAMARCA

A

DON ANTONIO NARIÑO

 

ZIPAQUIRA DIC 13 -1973

  

Desde el Centro de Historia de Zipaquirá, iniciamos los homenajes al Precursor de la Independencia y Padre de Cundinamarca Don Antonio Nariño, con ocasión del Bicentenario de su fallecimiento, compartiendo el discurso que pronunció el Doctor Roberto Velandia Rodríguez, en la inauguración del busto de Nariño en la Casa de la Cultura "Arturo Wagner" de Zipaquirá, donado por la Gobernación de Cundinamarca gracias a la gestión de la Academia de Historia de Cundinamarca y en el marco de los homenajes a Antonio Nariño en el sesquicentenario de su fallecimiento (1973). 

DON ANTONIO NARIÑO 

Llega hoy a esta ilustre casa, erigida en arca de recuerdos traídos de la entraña misma de la historia, la efigie en bronce de Don Antonio Nariño, y encarnada en ella su presencia fulgurante, cubierta de una aureola de glorias, acrecentada por siglo y medio de perdurabilidad en el tiempo, pedestal desde el que su figura se proyecta como símbolo que por siempre presidirá los destinos de la patria. 

En esta hora de gloriosa evocación de un hombre que fue alma de la libertad y de la patria, viene a nuestra conciencia, palpitante de emoción patriótica, la memoria del criollo de 1794 que hizo trepidar con la traducción de los Derechos del Hombre un poderoso imperio en cuyos dominios no se ocultaba el sol; del gran periodista y orador de 1811 que con su pluma y su voz implantó un gobierno propio; del gran cundinamarqués que el 17 de abril de 1812 erigía el país chibcha, panche, colima y pijao en la República de Cundinamarca, simbolizada en el escudo y bandera que él mismo diseñó y el 16 de julio de 1813 declaraba Estado soberano, libre e independiente; la memoria del gran estadista y político que inculcaba con vibrante emoción de caudillo las ideas filosófico-políticas de los enciclopedistas franceses y trazaba los lineamientos constitucionales de una nación que entonces debía estructurarse sobre principios centralistas; del militar ya probado en los campos de batalla, que investido del título de Teniente General a la cabeza de una ejército cundinamarqués marchaba a la liberación de las provincias del Sur, inflamaba su alma, soñadora y romántica, que lo hacía sentir predestinado Libertador.

Estas son elementales y muy conocidas razones que enseñan a venerar su memoria, y que traemos aprendidas como lección en el breviario del patriotismo, y al penetrar en su amplio contenido nos apasionan con su impresionante gesto y recorrido por los caminos de gesta de la Libertad, ayer señalados por sangre de mártires y héroes, hoy por bronces y mármoles que la historia, cual eterno escultor de los inmortal convierte en perdurable pedestal.

Por eso la historia sólo señala los días esterales, no cuenta años ni meses, sino fechas que son estrellas del firmamento del pasado, cuya luz, igual que las del espacio sideral, se proyectan milenios aún después de extinguidas.

A través de la historia patria, del proceso de integración política de la nación, se le ha dado a la batalla de Boyacá, el título de cuna de la República y a las armas los honores del heroísmo, que bien sea así porque la victoria de las armas, si éstas brillaron bajo la bandera de la libertad, es el triunfo de la dignidad humana; si bajo la tiranía, es entonces el imperio del despotismo. Pero no se le ha dado la victoria a las ideas que encendieron la llama de la libertad en el alma de los pueblos; por eso conocemos más la vida de los guerreros que la de los ideólogos y legisladores y más culto le rendimos al héroe de un combate que al héroe de la pluma.

Antonio Nariño, héroe derrotado como guerrero, fue y sigue siendo héroe invencible como ideólogo, pues sus ideas son de permanente vigencia en la conciencia y destino de las naciones, ideas que fueron su obsesión profunda y le hicieron soportar crueles padecimientos. Acaso hay otro que en ciento cincuenta años haya podido probar y decir: “Amé a mi patria; cuánto fue ese amor, lo dirá algún día la historia”. ¿Acaso alguien padeció veinte años de presidio por su causa, en los calabozos de Santafé a Cartagena, de Pasto a Guayaquil, y desde aquí en mazmorras de buques de guerra dando la vuelta a América hasta caer en las tétricas bóvedas de Cádiz? Nariño conjugó la filosofía de la libertad con el sentimiento de patria; unas veces fue su defensor con las armas y otras con la palabra; como él nadie tuvo tanta conciencia y razón.

Aquella travesía por los presidios españoles bastaría para reclamar puesto en la inmortalidad; esta verdad fue la que deslumbró y calló a aquel congreso acusador de 1823 cual rayo que en segundos vence la oscuridad de la tormenta. ¿Si hoy día, por una causa política, legítima o ilegítima, setenta y dos horas de arresto en una elegante celda judicial, con radio y televisión, teléfono, buenas viandas, cigarrillos, médico de cabecera, dan derecho para erigir en caudillo a un agitador, qué derechos pueden dar veinte años de presidio y torturas por la Libertad? Hacia exámenes analíticos de esa índole yo invitaría a las nuevas generaciones que quieren desconocer los valores eternos de la patria, que confunden la noción de libertad creadora con la idea de una libertad destructora.

En la vida de Antonio Nariño se sintetiza y recoge la historia de Colombia, está contenido el proceso intelectual e ideológico de la República, diría su dimensión espiritual. Por eso nos asombra su vida a medida que nos adentramos en su conocimiento y brota de los anales patrios cual subyugante enseñanza de apostolado y fe en los supremos ideales del hombre.

La libertad se gana y se pierde, y como es una llama que necesita combustible permanente, diariamente los pueblos deben estar cual centinelas al pie del altar donde ella arde, atizándola con la misma leña que la produjo y produce, pues de lo contrario se apagará, y convertida en carbones será tizne en el rostro y una mancha que avergüenza. La leña que atiza la llama de la libertad es la historia, en cuyos estrados la humanidad espera el juicio final y la reivindicación de su existencia.

Antonio Nariño es la Libertad. Hoy, mañana y pasado mañana, se le erigen tres bustos de bronce en Cundinamarca: en Chocontá, ciudad que lo vio pasar unas veces derrotado por los federalistas de Tunja y otras victorioso; en La Mesa, por donde cruzó en septiembre de 1813 como Teniente General del Ejército de Cundinamarca en el momento más glorioso de su carrera; y hoy aquí en Zipaquirá, ciudad que tiene entre sus títulos el de nariñista porque le dio irrestricto apoyo, recursos rentísticos y hombres para sus filas, fue reducto de los libros de la biblioteca de don Pedro Fermín de Vargas en los que el Precursor fortaleció su filosofía de la libertad, y finalmente guardó por diez años sus cenizas trashumantes, de 1849 a 1859.

Esta casa, recinto en cuyas paredes resuena el eco de la historia, y se engrandece el sentimiento y la idea de la cundinamarquesidad, será custodio de su presencia de bronce, relicario de su memoria, fortaleza de sus ideales. Y más que un vivo recuerdo, será llama en la que encarnan el patriotismo, la conciencia de la nacionalidad, la libertad, la fe en Cundinamarca, en aquel Cundinamarca que él forjó, otros dejaron claudicar y nosotros hoy debemos reconstruir devolviéndole honor y dignidad como Departamento autónomo, así sea apenas un reflejo de lo que fue en 1811 y 1813 y 1857, porque la dignidad política de las provincias y de los pueblos se funda en un fuero de libertad.

En homenaje a su memoria, en testimonio de fidelidad a su pensamiento vivo, prometemos hoy que Cundinamarca será siempre guardián y pedestal de su gloria y orgullosa encarnación de su nombre. 

ROBERTO VELANDIA RODRÍGUEZ 

Academia de Historia de Cundinamarca 

(Tomado de: Boletín de la Academia de Historia de Cundinamarca. Volumen II. Número 4. 1974. Pp. 32 – 34).


domingo, 10 de diciembre de 2023

BICENTENARIO FALLECIMIENTO ANTONIO NARIÑO 1823 - 2023 / FORO EN VILLA DE LEYVA 2 DE DICIEMBRE

 

CASA MUSEO ANTONIO NARIÑO 
VILLA DE LEYVA (BOYACÁ)


El pasado sábado 2 de diciembre, se llevó a cabo en la Casa Museo Antonio Nariño (última morada del Precursor de la Independencia), en Villa de Leyva, un foro en homenaje a Don Antonio Nariño con ocasión del Bicentenario de su fallecimiento que se conmemorará el 13 de diciembre de 2023.




La actividad académica estuvo liderada por el Doctor Luis Bernardo Díaz Gamboa, reconocido defensor y promotor de los derechos humanos y quien actualmente ejerce como Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia – UPTC – en Tunja (Boyacá).


En el marco del Foro en homenaje a Don Antonio Nariño 
La Academia de Historia de Cundinamarca, hizo entrega de una
mención al Dr. Luis Bernardo Díaz Gamboa por su destacada labor
en la promoción del pensamiento de Don Antonio Nariño 
y la defensa de los derechos humanos.  

La Academia de Historia de Cundinamarca y el Centro de Historia de Zipaquirá se hicieron presentes en el foro, con la participación de su Presidente Don Ernesto Campos García, quien hizo la presentación del libro: “Antonio Nariño – Pensamiento Político y Constitucional”.

Intervención de la Dra. Nelly Sol Gómez de Ocampo
Académica de Número - Academia Boyacense de Historia

Igualmente participaron, integrantes de la Academia Boyacense de Historia en cabeza de su Presidente Don Javier Ocampo López y sectores académicos afines a la difusión y promoción del pensamiento de don Antonio Nariño.


Académicos de Boyacá y Cundinamarca quienes participaron 
en el Foro. 

Entrega de reconocimiento a la Casa Museo Antonio Nariño 
por parte de la Academia de Historia de Cundinamarca.

Intervención del Dr. Javier Ocampo López
Presidente Academia Boyacense de Historia 

Intervención de la Académica Rósula Vargas de Castañeda
Académica de Número Academia Boyacense de Historia