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jueves, 28 de mayo de 2020

BOLETÍN MUNICIPAL DE ZIPAQUIRÁ 90 AÑOS - 1930 - 23 MAYO 2020

La prensa escrita en Zipaquirá surge en el año 1863 con ocasión de la designación de la ciudad de la sal como capital del Estado Soberano de Cundinamarca, toda vez que comenzará a publicarse en Zipaquirá el periódico oficial del Estado denominado, “El Cundinamarqués”; a la par con la prensa oficial, surgirá en dicho año igualmente  la prensa escrita privada  con la aparición del periódico “El Pueblo” dirigido por Lino Ruíz, el cual se editaba en la imprenta el Estado Soberano de Cundinamarca.

Durante el siglo XIX se publicaran un buen número de periódicos en Zipaquirá, para mayor información se puede consultar en este blog la entrada de 22 de febrero de 2016, en donde presentamos una breve nota al respecto.

Entrado el siglo XX, la prensa escrita tanto oficial como privada en Zipaquirá será abundante gracias al posicionamiento que logró la ciudad al ser designada capital del departamento de Quesada y contar a la vez con imprenta propia.

La anterior experiencia permitió que pese a la desaparición del departamento de Quesada en 1910, no se menguara el interés de los zipaquireños en continuar produciendo  órganos periodísticos de calidad los cuales además de informar se convirtieron en  tribunas políticas y culturales.

Dentro de ese importante listado de publicaciones en Zipaquirá durante el siglo XX, tenemos el BOLETÍN MUNICIPAL – órgano oficial del municipio de Zipaquirá -, creado por Acuerdo No. 18 del 29 de marzo de 1930 expedido por el Concejo Municipal y cuyo primer número salió a la luz pública el 23 de mayo de 1930, es decir hace 90 años.

Como se plasmó en su primera entrega dicha publicación oficial  tenía dos fines: el primero dar a conocer en todo su alcance las labores del Concejo municipal de aquel entonces y formar en sus integrantes un verdadero sentido crítico, "encaminado por las paralelas de la cordura y del civismo patriótico, del que queden alejados los sentimientos personales y bastardos y sólo aliente el espíritu serenado del razonamiento filosófico[1]”.

Boletín Municipal No. 1 - 23 mayo de 1930
Archivo Centro de Historia de Zipaquirá

El primer director del Boletín Municipal fue Fidel Benito en su calidad de Secretario del Concejo de Zipaquirá, a su cargo estuvieron las primeras 9 ediciones comprendidas entre mayo del año 1930 y octubre de 1931, esta última correspondiente a una edición especial y que hoy podríamos denominar de lujo y bajo la cual se terminaba el periodo del Concejo correspondiente a los años 1929 a 1931.  

A partir de la entrega número 10 de 28 de junio de 1932, asumirá  su dirección Guillermo Quevedo Zornoza,  al ser designado Secretario del Concejo de Zipaquirá, labor que desempeñará hasta el número 96 de 30 de abril de 1937, toda vez que mediante Acuerdo No. 5 de 22 de abril de 1937 el Concejo Municipal le concedía a Quevedo Zornoza, licencia para ir a ocupar su puesto en la Asamblea Departamental como Diputado por el círculo electoral de Zipaquirá. 

Entrega No. 76 del Boletín
Archivo Centro de Historia de Zipaquirá

Ante el retiro provisional del Maestro Quevedo Zornoza de su cargo de Secretario del Concejo Municipal de Zipaquirá, asumirán como Directores del Boletín Municipal, Alfredo Escobar G. y Luis Vargas Corchuelo, respectivamente,  llegando así la publicación a su número 101 el 15 de mayo de 1938, consistentes en 8 años de tarea informativa oficial.  

La colección más completa del Boletín Municipal que hemos podido consultar, abarca del No. 1 de 1930  hasta el No. 101 de 1938. A la fecha desconocemos si en los años siguientes fue publicado (1939 a 1947), toda vez que los números más cercanos que hemos hallado corresponden a una edición del 3 de agosto de 1948 y una edición extraordinaria del 3 de agosto de 1949, bajo la dirección las dos de Rafael María González R. como Secretario del Concejo, Boletín  en formato de 1/8, es decir mucho más grande que los anteriores,  y editado en los talleres de la imprenta municipal de Zipaquirá, desafortunadamente dichas ediciones no fueron numeradas, más sí reseñan que dicha publicación fue creada por el Acuerdo No. 18 de 1930, es decir pueden considerarse una segunda etapa del Boletín Municipal.  

Edición extraordinaria del 3 de agosto de 1949
segunda etapa
Archivo Centro de Historia de Zipaquirá

Posteriormente vendrá en el año 1959 una tercera etapa en la vida del Boletín Municipal de Zipaquirá, al respecto tenemos en nuestro poder el número 3 de dicha etapa, el cual fue dedicado completamente a la celebración del centenario del natalicio de Monseñor Carlos Cortés Lee y que desafortunadamente no contiene mayor información sobre la publicación, más allá de reseñar a su director encargado para ese momento, Alcides Torres Obregon y como decíamos poner de presente que corresponde dicha entrega a la tercera etapa del Boletín, respecto a esta etapa vale la pena mencionar que en diferentes charlas que tuve con el Historiador y Ex – Alcalde de Zipaquirá ya fallecido, Rafael María González Rosas, quien fuera también Miembro de Número de la Academia de Historia de Cundinamarca, pude conocer otros dos números de esta tercera etapa del Boletín Municipal, dedicados al cierre de los hornos de sal en Zipaquirá que causó tanto impacto en 1959, Boletines que hacían parte del archivo del citado historiador zipaquireño.

Tercera etapa del Boletín Municipal
año 1959
Archivo Centro de Historia de Zipaquirá

El rastro de la historia del Boletín Municipal de Zipaquirá se pierde acorde a nuestras investigaciones en esa tercera etapa iniciada en el año 1959, a la fecha luego de varios rastreos no hemos encontrado más números o ediciones publicadas, lo que en un inicio nos podría dar a entender que a partir de los años sesenta del siglo XX se dejó de publicar.

El Boletín Municipal – órgano oficial del municipio de Zipaquirá, no solo fue una hoja de información sobre las actividades oficiales del Concejo y de la Administración municipal, sino que también se convirtió en una tribuna cultural en donde se publicaban interesantes artículos sobre la historia de Zipaquirá y se rendía homenaje a sus grandes hombres, es decir constituye una fuente básica y obligada para conocer, estudiar e investigar la historia de Zipaquirá en las primeras décadas del siglo XX, en especial la década de los años treinta;  por tal motivo que mejor que rendir con esta pequeña reseña un homenaje a sus fundadores los cabildantes del año 1930, señores: Manuel José Cárdenas, Luis Alberto Pinzón, Pedro Mario Alvarado, Augusto Colmenares Oramas, José Alberto Vélez, José Agustín Daza, Juan Manuel García Araos y Pablo Emilio Linares y desde luego a sus primeros directores Fidel Benito  y Guillermo Quevedo Z.  

ERNESTO CAMPOS GARCIA
Presidente Centro de Historia de Zipaquirá
Secretario Academia de Historia de Cundinamarca


Fuentes:
Para la realización de la anterior nota, hemos tenido a nuestro alcance los números 1 al 101 del Boletín Municipal en su primera etapa, así como las ediciones del 3 de agosto de 1948 y 1949 y el número 3 de su tercera etapa del año 1959. 


[1] Boletín Municipal, órgano del municipio de Zipaquirá, año I, número 1, 23 de mayo de 1930, Director Fidel Benito. 




miércoles, 27 de mayo de 2020

CENTRO DE HISTORIA DE QUESADA 112 AÑOS - 1908 - 27 MAYO - 2020

Sello de la Gobernación de Quesada
1905 - 1908
Archivo y propiedad Centro de Historia de Zipaquirà




El Centro de Historia de Quesada: origen, conformación y evolución 


Durante el gobierno del General Rafael Reyes 1905 – 1909, se llevan a cabo una serie de reformas a la Constitución de 1886, varias de ellas en aspectos territoriales, es por ello que La Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa de Colombia, expide la Ley número 46 de 29 de abril de 1905 sobre creación de departamentos, disposición que en su artículo 3º, estableció lo siguiente:

“ART. 3º Créase el Departamento de Quesada, cuya capital será la ciudad de Zipaquirá, y lo formarán las Provincias de Chocontá, Ubaté, Guatavita, Zipaquirá y La Palma”.

Por tal motivo a partir del año 1905 y hasta la reforma constitucional de 1910, el actual departamento de Cundinamarca quedaría dividido en varios departamentos, uno de ellos el de Quesada con capital Zipaquirá, departamento que posteriormente fue llamado conforme a la ley departamento de Zipaquirá.

En este periodo de la historia de Colombia es interesante no pasar por alto que nuevamente se presenta un deslinde total entre Bogotá y Cundinamarca, ya que al dividirse Cundinamarca en dos departamentos en el año 1905 (Quesada, capital Zipaquirá y Cundinamarca, capital Facatativá), igualmente se crea el Distrito Capital de Bogotá con un régimen propio.

         De otro lado tres años atrás, es decir en 1902, ha sido creada la Academia Nacional de Historia hoy Academia Colombiana de Historia, entidad que a partir del año 1905 promoverá la creación de Centros de Historia, siendo el primero de ellos el de Tunja, fundado el 9 de abril de dicho año, posteriormente vendrán la creación de otros Centros de Historia en 1908, entre ellos el del departamento de Quesada.   

Así las cosas atendiendo la comunicación procedente de la Academia Nacional de Historia el General Manuel Brigard como Gobernador del Departamento de Quesada, expide en Zipaquirá el 27 de mayo de 1908 el Decreto No. 131 por el cual se establece el Centro de Historia de Quesada, antecesor de la actual Academia de Historia de Cundinamarca.

El siguiente es el texto completo del citado Decreto:

DEPARTAMENTO  DE  QUESADA

DECRETO NÚMERO 131 DE 1908
(MAYO 27)

Por el cual se establece el Centro de Historia de  Quesada

El Gobernador de Quesada

En uso  de sus atribuciones legales, y

CONSIDERANDO:

1.° Que la Academia Nacional de Historia se ha dirigido á este Despacho  en  solicitud del establecimiento de un Centro de Historia  en el Departamento de Quesada, y

2.° Que la formación de esa entidad es de suma importancia para el Departamento y para el país en general, 

DECRETA:

ART.1.° Establécese en esta ciudad el Centro de Historia de Quesada que será correspondiente á la Academia Nacional del Ramo.

ART. 2° Nómbrase miembros de dicha entidad así:

Principales                            Suplentes
Epifanio Wiesner                    Ricardo Fajardo
Alberto Coradine                    Pablo Gregorio Alfonso        
Carlos Felipe Torres               Carlos A. Robayo
Samuel Hernández                Carlos Coradine L.
Deláscar Rincón Soler           Enrique Franco Pulido          

            Comuníquese y publíquese.

Dado en Zipaquirá, a 27 de Mayo de 1908.
MANUEL BRIGARD
El Secretario General,
RITO ANTONIO MEDINA[1]


Este Centro de Historia de Quesada fundado en 1908, pasaría años más tarde a denominarse Centro de Historia de Zipaquirá y bajo el liderazgo del Doctor Manuel José Cárdenas Rojas, llevaría adelante interesantes ejecutorias en los años treinta y cincuenta del siglo XX en pro de la investigación, rescate y valoración de la historia de Zipaquirá.

Luego de un breve receso vuelve a consolidarse la entidad académica liderada al igual que en las primeras décadas del siglo XX por el Doctor Manuel José Cárdenas Rojas y contando ahora con integrantes como el Padre e Historiador Roberto María Tisnés Jiménez y el Arquitecto e Historiador Alberto Corradine Angulo, pero esta vez bajo la figura de Centro de Historia de Cundinamarca, denominación que llevará por corto tiempo, ya que con ocasión de la propuesta del Doctor Alberto Corradine Angulo, se transformará aquel Centro de Historia de Cundinamarca hacía 1968 en Academia departamental de Historia, siendo a la vez reconocida como la oficial del departamento en el año 1969.

Desde el momento mismo de transformación del Centro de Historia de Cundinamarca en Academia de Historia de Cundinamarca, dentro de sus objetivos se ha fijado la constitución de Centros de Historia filiales a lo largo de Cundinamarca, es por eso que al día de hoy existen Centros de Historia en municipios como Guaduas, Pacho, Nocaima, Sopó, Nemocón, Anolaima, Girardot y Zipaquirá, dedicados a la investigación, promoción, difusión y valoración de la historia local y departamental.

En este escenario cómo no rendir hoy un tributo a nuestros antecesores, con ocasión de los 112 años de fundación del Centro de Historia de Quesada. 

ERNESTO CAMPOS GARCÍA
Secretario Academia de Historia de Cundinamarca
Presidente Centro de Historia de Zipaquirá



[1] Gaceta de Quesada No. 229 de 1908. 







domingo, 24 de mayo de 2020

ALMA DE CUNDINAMARCA



Escudo de Cundinamarca diseñado inicialmente por Don Antonio Nariño 


A propósito del proyecto de Acto Legislativo que cursa actualmente en el Congreso de la República y que pretende modificar el Art. 225 de la Constitución Política de Colombia, creando la Región Metropolitana Bogotá – Cundinamarca, vale la pena volver un momento la mirada a la historia de las relaciones entre Bogotá  y Cundinamarca en donde siempre nuestro departamento ha salido perdiendo;  para dicho fin que mejor que recordar la infatigable defensa y excelentes análisis que al respecto llevó a cabo durante toda su vida el Máximo Historiador de Cundinamarca, Don Roberto Velandia Rodríguez, iniciamos así una serie de entregas con varios de los artículos publicados por Roberto en defensa de Cundinamarca desde inicios de los años sesenta del siglo XX.  

Finalmente al igual que Roberto Velandia se lo preguntaba hace 53 años, hoy podríamos preguntarnos: ¿Cómo detener  la pérdida de la fisonomía original y unidad de Cundinamarca?; pues la respuesta es la misma que  hace medio siglo planteó nuestro Máximo Historiador: “…un problema que podemos resolver a condición de que en nosotros despierte un sentimiento: la Cundinamarquesidad, alma de Cundinamarca”.      

  

"ALMA DE CUNDINAMARCA

Publicado en “Visión Sindical”, enero de 1966.

El alma de los pueblos es el eco espiritual de las fuerzas sociales que los caracterizan; la manera de ser de los habitantes de un país con relación al mismo; el producto de la inteligencia, de la acción y del espíritu fundidos en un haz de sentimientos. Eternos son aquellos pueblos que tuvieron alma, que desaparecidos físicamente superviven en la historia, en la conciencia de la humanidad. Eternos son el Caldeo – Asirio, el Cartaginés, el Fenicio; eternos siguen siendo Grecia, Roma y los serán Francia, Inglaterra, España. La historia de la humanidad es la vida de los pueblos con alma. Los pueblos sin alma perecen en la tumba de la última generación.

Este inquietante interrogante es el impulso que conduce a la grandeza, quienes lo sienten llevan en su interior una fuerza creadora, una llama olímpica que arde en la frente del porvenir, una esperanza.

Cuando en el yunque de la doctrina federalista se formaron los Estados Soberanos hace cien años por la aglutinación de las provincias en torno a ciudades y caudillos inmediatos, y se conformaron políticamente dentro de fronteras rígidas, se tuvo la sensación de que el país se había escindido en nueve pueblos Cundinamarca fue de ellos el más caracterizado, desde la época en que se proclamó como República independiente, el 16 de julio de 1813. Su fisonomía original fue el perfil de la historia colombiana. Por entonces ya estaban fundidas en su pueblo el espíritu y las tradiciones de la raza americana que sirvió de plasma a la germinación de la hispanoamericana. Por eso fue la dimensión de Colombia, lo primero y más anterior. Entonces el pueblo cundinamarqués tenía sentido histórico, alma, una conciencia cundinamarquesa.  

De 1857 a 1885 su pueblo tuvo el orgullo de llamarse Estado Soberano. Sus símbolos flameaban no en los altos edificios del gobierno sino en las astas de los batallones de Cundinamarca, en la conciencia del pueblo; ardía en el corazón de los patricios y las gentes representativas. El pueblo pensaba, sentía y obraba solidariamente. La Asamblea Legislativa y Constituyente fue un órgano representativo del estilo cundinamarqués; sus diputados hicieron gala de verdaderos catedráticos del arte de la política y del gobierno; sus curules eran tribunas de la Libertad y el Patriotismo. El Presidente – Gobernador del Estado fue un símbolo de esa unidad, un estadista forjado en el ejemplo de la grande historia que saturó nuestro siglo XIX, un conductor político que quemaba su espíritu y su carne en los crisoles donde se fundía el bronce para los próceres civiles y militares cuyas cenizas a sólo pocos años de distancia ya exhumaba la inmortalidad.

Cuando se creó el Distrito Federal de Bogotá por Decreto de 23 de julio de 1861 del Presidente Mosquera, y por consiguiente se desalojaba de Bogotá la capital de Cundinamarca, el General Justo Briceño, Presidente del Estado, al día siguiente dictó un decreto erigiendo a Funza en capital de Cundinamarca y ordenaba el inmediato traslado del Gobierno y sus haberes a dicha población siendo lo primero la imprenta del Estado. ¿Qué hicimos nosotros el 17 de diciembre de 1954 cuando se creó el Distrito Especial de Bogotá?.

Las memorias que cumplidamente en esa época rendían los gobernadores y sus secretarios demuestran que los funcionarios públicos eran más eficientes y tenían sentido histórico de su responsabilidad. Sus administradores eran escrupulosamente ordenadas; codificaban todas sus materias, disponían de completísimas compilaciones de leyes y decretos, se llevaba estadística general para valorar o evaluar la potencialidad económica del Estado. Era que entonces las cosas de Cundinamarca tenían valor para los cundinamarqueses.

Hoy, aquellas virtudes parecen extinguidas; Cundinamarca está perdiendo su fisonomía original y su unidad; las provincias olvidaron los vínculos que las unían; le hemos vuelto la espalda al Municipio, al Departamento. En esta apostasía fatal de la provincia las gentes huyen de ella. Los pueblos se han tornado en solitarios villorrios donde el amanecer es melancólico y la tarde un lánguido resplandor. Huyeron en pos de lo nuevo en otra parte en vez de traerlo a la suya. Esa es una honda transformación negativa que está haciendo de Cundinamarca un Departamento condenado a desaparecer.

¿Cómo detenerlo? El solo interrogante es una invitación a pensar que nos encontramos ante un problema que podemos resolver a condición de que en nosotros despierte un sentimiento: la Cundinamarquesidad, alma de Cundinamarca.     
Roberto Velandia”.

Tomado de:

Velandia, Roberto,  Hacía la Autonomía de Cundinamarca, pp. 33 a 34, Industrias Gráficas IGRATAL Ltda, Bogotá, 1967.