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lunes, 3 de agosto de 2015

MÁRTIRES ZIPAQUIREÑOS 199 AÑOS

Folleto en homenaje a los Mártires Zipaquireños
publicado en el año 2007. 
El 3 de agosto es un referente para la historia zipaquireña, día clásico del municipio, declarado a través del Acuerdo No. 6 del 26 de julio de 1916 expedido por el Concejo Municipal, en esta fecha cada año conmemoramos el sacrificio de los seis mártires zipaquireños, el Centro de Historia de Zipaquirá como lo ha venido haciendo desde hace 11 años cuando fue constituido, se hace presente en este día, entregando a la ciudadanía el anterior escrito del Maestro Guillermo Quevedo Zornoza, el cual se publicó por primera vez en la revista “Estampas de Colombia”, en el año 1952, texto que nos invita a planear desde ya, la conmemoración que debe llevar a cabo la ciudad de Zipaquirá el próximo año, cuando conmemoremos el   Bicentenario del sacrificio de los patriotas:  

Agustín Zapata
José Luis Gómez
Juan Nepomuceno Quiguarana 
José María Riaño Cortés
 Francisco Carate
 Luis Sarache

 El Obelisco en homenaje a los seis Mártires, en su lugar
original de construcción en la Plaza de los Mártires

“COMO NACIÓ LA CELEBRACIÓN
 DEL 3 DE AGOSTO EN ZIPAQUIRÁ

Bien sabido está de todos cuantos se interesan por las crónicas zipaquireñas, que el 3 de Agosto de 1816, el “Pacificador”, D. Pablo Morillo, a su vuelta de España y una vez establecido el Régimen del Terror, hizo fusilar en la plaza de Zipaquirá, después de un simulacro de juicio, a los patriotas lugareños Agustín Zapata, José Luis Gómez, Luis Sarache, Nepomuceno Quiguarana, José Riaño Cortés y Francisco Carate, y que despedazados esos cadáveres y decapitados, tras después de muertos y puestos en escarpias, fueron luego sepultados en la ronda izquierda de la antigua capillita de “Los Dolores”. Como es fácil suponer a ese entierro no concurrió ningún pariente de las víctimas, como tampoco ningún curioso, ya que el hecho no más de presenciar tan macabra ceremonia, era motivo suficiente para aumentar el número de las víctimas. La persecución del Brigadier La Torre, Jefe de la Plaza de Zipaquirá entonces, a todo criollo republicano, fue rubricada por el Pacificador con la consigna perentoria de “exterminio”. Azotes con la víctima amarrada en la columna central del antiguo Cabildo, era el castigo más liviano a quien se atrevía a juzgar las disposiciones del Generalísimo. Por todas estas circunstancias el vecindario de Zipaquirá, temeroso de las represalias realistas, fue olvidando, poco a poco el sacrificio de aquellos mártires. Y ese silencio se prolongó por cerca de una centuria. Revueltos eso cadáveres en fosa común, sin ninguna señal o lápida que señalara el sitio de inhumación, reposaron aquellos restos larguísimos años, sin que nadie, absolutamente nadie, se acordara de dejarles una flor o elevar una plegaria a su memoria.

A fines del año de 1915, cuatro muchachos de la tierruca de la sal, estudiantes por ese tiempo, en un arranque de quijotismo bien entendido y de amor por Zipaquirá, resolvieron reivindicar para la historia nacional y para el recuerdo de las gentes lugareñas, la memoria de los seis mártires caídos el 3 de agosto de 1816. Consignamos luego los nombres de aquellos atrevidos jóvenes, contra quienes se desató la ira oficial por los actos que a continuación intentamos narrar.

En la vieja plazuela de “La Floresta”, (en tiempos coloniales llamada de “Villarroel”), se alzaba por entonces un monumento construido por contribución u dedicado a conmemorar la creación del Departamento de Quesada. En las seis caras de tal columna, que lo era por su forma especial, se habían esculpido los nombres de las poblaciones que integraban las diferentes provincias del extinguido Departamento. Para el sentimiento popular nada decían aquellas listas de pueblos lejanos y olvidados, y la corta vida del Departamento de Quesada (cinco años), se extinguió con el retiro del General Rafael Reyes, para volver la República a sus carriles constitucionales. Los muchachos del cuento resolvieron por sí y ante sí, destinar aquel monumento a la memoria de los sacrificados por el Pacificador Morillo. Fue convocado el pueblo y obtenida la venia plebiscitaria, se acordó la celebración del centenario de aquella fecha memorable. Intervinieron con su aquiescencia y después con su participación directa y su concurrencia, las Cámaras Legislativas la Asamblea de Cundinamarca, las Academias de la lengua y de historia. Centros literarios, planteles, etc. Pero aquí viene lo triste: las autoridades lugareñas en un principio no solamente condenaron ese propósito, sino que por haber hecho borrar aquellos muchachos las inscripciones del monumento, (lista de los pueblos quesadenses),  y reemplazar tales leyendas por los nombres excelsos de los patriotas…fueron encarcelados aquellos “visionarios” por el delito de “destrucción de monumentos públicos”. Más con prisión y todo (a mucha honra en este caso), al otro día de la captura y a despecho de las autoridades, el antiguo y solitario monumento al Departamento de Quesada, y habiéndose quedado dentro de su verja un cantero especialmente contratado, exhibía los nombres de los seis mártires zipaquireños cuyo sacrificio es uno de los timbres de orgullo de la ciudad de la sal.

Así fue el principio de la magna celebración del 3 de Agosto, día en que Zipaquirá evoca aquel recuerdo y deshoja todas las flores de sus jardines en el sitio (Capilla de los Dolores) en que hoy reposan aquellas venerables cenizas.

Los nombres de los muchachos coactores de esta jornada son:    

         Miguel a. Martínez (r.i.p.)
         Alberto Talero (r.i.p.)
         Juan Manuel Ortega (r.i.p.)
         y…Guillermo Quevedo Z., que aún vive para contar el cuento.

         3 de Agosto de 1952.

Guillermo Quevedo Z.”.


Reverso del Obelisco en homenaje a los Mártires Zipaquireños
en el lugar original en donde fue levantado. 


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